Solemnidad de San José

Solemnidad de San José | 19 de marzo | Liturgia de las horas

SAN JOSÉ

ESPOSO DE MARÍA

SOLEMNIDAD

19 DE MARZO

PRIMERAS VÍSPERAS, VIGILIA ANTES DE LA SOLEMNIDAD

Oración de la Tarde

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

HIMNO

Cante tu gloria célica armonía,

tú que compartes con la siempre pura

la misteriosa genealogía

de la Escritura.

Esposo vírgen de la Virgen Madre,

en quien Dios mismo declinó su oficio;

réplica humilde del eterno Padre,

padre nutricio.

Último anillo de las profecías,

¡oh patriarca de la nueva alianza!,

entre tus brazos se acuño el Mesías,

nuestra esperanza.

Guarda a la Iglesia de quien fue figura

la inmaculada y maternal María;

guárdala intacta, firme y con ternura

de eucaristía.

Gloria a Dios Padre que tu amor decuida,

gloria a Dios Hijo que te fue confiado,

gloria al Espíritu que alentó tu vida

para el Amado. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es el Mesías.

- Salmo 112 -

Alabad, siervos del Señor,

alabad el nombre del Señor.

Bendito sea el nombre del Señor,

ahora y por siempre:

de la salida del sol hasta su ocaso,

alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,

su gloria sobre los cielos.

¿Quién como el Señor Dios nuestro,

que se eleva en su trono

y se abaja para mirar

al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,

alza de la basura al pobre,

para sentarlo con los príncipes,

los príncipes de su pueblo;

a la estéril le da un puesto en la casa,

como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es el Mesías.

Ant. 2 Fue enviado de parte de Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen, deposada con un hombre llamado José.

- Salmo 145 -

Alaba, alma mía, al Señor:

alabaré al Señor mientras viva,

tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes,

seres de polvo que no pueden salvar;

exhalan el espíritu y vuelven al polvo,

ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,

el que espera en el Señor, su Dios,

que hizo el cielo y la tierra,

el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,

que hace justicia a los oprimidos,

que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,

el Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan,

el Señor ama a los justos,

el Señor guarda a los peregrinos;

sustenta al huérfano y a la viuda

y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,

tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Fue enviado de parte de Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen, deposada con un hombre llamado José.

Ant. 3 Estando desposada, María la madre de Jesús, con José, antes de que empezaran a vivir juntos, se encnntró en cinta por obra del Espíritu Santo.

Cántico

Ef. 1, 3-10

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos consagrados

e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

hacer que todas las cosas

tuviesen a Cristo por cabeza,

las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Estando desposada, María la madre de Jesús, con José, antes de que empezaran a vivir juntos, se encnntró en cinta por obra del Espíritu Santo.

LECTURA BREVE

Col 3, 23-24

Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres: sabiendo bien que recibiréis del Señor en

reconmpensa la herencia. Servid a Cristo

RESPONSORIO BREVE

V. El justo florecerá como un lirio.

R. El justo florecerá como un lirio.

V. Y se alegrará eternamente ante el Señor.

R. Como un lirio.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El justo florecerá como un lirio.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Este es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto frente de su servidumbre.

Cántico de la Santísima Virgen María

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el todo poderoso ha hecho conmigo cosas grandes,

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abrahán y su descendencia para siempre

PRECES

Acudamos suplicantes a Dios Padre todopoderoso, de quien procede toda la familia del cielo y de la tierra,

 y digámosle suplicantes:

Padre nuestro que estás en los cielos, escúchanos.

  • Padre santo, tú que en la aurora del nuevo Testamento revelaste a José el misterio mantenido en silencio

desde el origen de los siglos,

ayúdanos a conocer cada vez mejor a tu Hijo, verdadero Dios y verdadero hombre.

  • Padre celestial, tú que alimentas las aves del cielo y vistes la hierba del campo,

concede a todos los hombres el pan de cada día para su cuerpo y el alimento de la eucaristía para su espíritu.

  • Creador del universo, tú que entregaste al hombre la obra de tus manos,

haz que los trabajadores puedan disfrutar de manera digna del fruto de su trabajo.

  • Señor, tú que eres la fuente de toda la justicia y deseas que todos seamos justos,

por intercesión de san José, ayúdanos a agradarte en todo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz, Señor, que los moribundos y los que ya han muerto, obtengan tu misericordia eterna, por medio de tu Hijo,

de María y de san José.

Porque somos miembros de la familia de Dios, nos atrevemos a decir: Padre Nuestro ...

ORACIÓN

Dios todopoderoso, que, en los albores del nuevo Testamento, encomendaste a san José los misterios de nuestra salvación, haz que ahora tu Iglesia, sostenida por la intercesión del esposo de María, lleve a

su pleno cumplimieto la obra de la salvación de los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

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OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Adoremos a Cristo, el Señor, en esta solemnidad de

san José.

HIMNO

Custodio providente y fiel del Hijo,

amor junto al Amor doquier presente,

silencio del que ve la gloria inmensa

de Dios omnipotente.

Esposo enamorado de la Virgen,

la mente ante el misterio reclinabas,

rosal inmaculado que florece,

es obra del Señor a quien amabas.

Callada voluntad en Dios perdida,

amor hecho mirada de confianza,

fiel en el trabajo y en la prueba,

proveenos de amor y de esperanza.

Protege la asamblea de los justos,

reunidos en la fe, cuerpo de Cristo;

sé padre que nos lleve a nuetro Padre,

amor del gran Amor que nos da el Hijo. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Un ángel del Señor se apareció en sueños a José,

y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María

como esposa; dará a luz un Hijo y le llamarás Jesús."

- Salmo 20, 2-8. 14 -

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,

¡y cuánto goza con tu victoria!

Le has concedido el deseo de su corazón,

no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,

y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.

Te pidió vida, y se la has concedido,

años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,

lo has vestido de honor y majestad.

Le concedes bendiciones incesantes,

lo colmas de gozo en tu presencia;

porque el rey confía en el Señor

y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,

y al son de intrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Un ángel del Señor se apareció en sueños a José,

y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María

como esposa; dará a luz un Hijo y le llamarás Jesús."

Ant. 2 Al despertar José del sueño, hizo como le había

ordenado el ángel del Señor y llevó a María como esposa a su casa.

Salmo 91

--I--

Es bueno dar gracias al Señor

y tocar para tu nombre, oh Altísimo,

proclamar por la mañana tu misericordia

y de noche tu fidelidad,

con arpas de diez cuerdas y laúdes

sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,

y mi júbilo, las obras de tus manos.

¡Qué magníficas son tus obras, Señor

qué profundos tus designios!

El ignorante no los entiende

ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados

y florezcan los malhechores,

serán destruidos para siempre.

Tú, en cambio, Señor,

eres excelso por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Al despertar José del sueño, hizo como le había

ordenado el ángel del Señor y llevó a María como esposa

a su casa.

Ant. 3 José subió de la ciudad de Nazaret a la ciudad

de David que se llama Belén, para empadronarse con

María.

--II--

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,

los malhechores serán dispersados;

pero a mí me das las fuerzas de un búfalo

y me unges con aceite nuevo.

Mis ojos no temerán a mis enemigos,

mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como palmera,

y se alzará como cedro del Líbano:

plantado en la casa del Señor,

crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto

y estará lozano y frondoso,

para proclamar que el Señor es justo,

que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 José subió de la ciudad de Nazaret a la ciudad

de David que se llama Belén, para empadronarse con María.

VERSÍCULO

V. El justo floreserá como un lirio.

R. Y se alegrará eternamente ante el Señor.

PRIMERA LECTURA

De la carta a los Hebreos.

11, 1-16

Hermanos: La fe es la firme seguridad de los bienes

que se esperan, la plena convicción de las realidades que

no se ven. A causa de ella fueron alabados nuestros ma-

yores. Por la fe sabemos que el universo fue formado

por la palabra de Dios, de modo que lo visible ha tenido

su origen en una causa invisible.

Por la fe ofreció Abel a Dios un sacrificio más exce-

lente que el de Caín; por ella fue proclamado justo,

dando Dios mismo testimonio a favor de sus ofrendas,

y por la fe continúa hablando aún después de su muerte.

Por la fe fue transladado Henoc sin experimentar la

muerte: "No fue hallado más, porque Dios se lo llevó."

Pero antes de ser transladado se da testimonio en su fa-

vor de que "había sido grato a Dios". Ahora bien, sin la

fe es imposible agradar a Dios, pues el que se acerca a

Dios debe creer que existe y que es remunerador de

los que lo buscan.

Por la fe, movido de religoso temor, Noé fabricó el

arca para salvar a su familia, advertido por Dios de lo

que aún no se veía venir; e, igualmente por la fe, con-

dená al mundo y se hizo heredero de la justificación que

se alcanza por la fe.

Por la fe obedeció Abraham al ser llamado por Dios,

saliendo hacia la tierra que había de recibir en heren-

cia, y salió sin saber a dónde iba. Por la fe peregrinó

por la tierra prometida, como en tierra extraña, habi-

tando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de las

mismas promesas, pues esperaba entrar en esa ciudad

de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es

el mismo Dios.

Por la fe la misma Sara, a pesar de su avanzada edad,

recibió el poder de ser madre, pues tuvo fe en aquel que

se lo había prometido. Y, por esto mismo, de un solo

hombre, ya incapaz de transmitir vida, nacieron hi-

jos, "numerosos como las estrellas del cielo, incontables

como las arenas del mar".

En la fe murieron todos ellos, sin haber alcanzado la

realización de las promesas, pero las vieron desde lejos

y las saludaron, reconociendo que eran "forasteros y

peregrinos sobre la tierra". En verdad que quienes así

se expresan dan a entender claramente que van en busca

de una patria, pues, si hubiesen pensado en aquella de

la que había salido, ocasiones tuvieron para volver a

ella. Pero ellos aspiraban a una patria mejor, es decir,

a la celestial. Por eso Dios no se desdeña de llamarse

su Dios, pues le tenía ya preparada una ciudad.

Responsorio

R. No lo hizo vacilar la incredulidad ante la promesa

de Dios, sino que fortalecido por la fe, dio gloria

a Dios; por lo cual Dios se lo tomó como justifi-

cación.

V. La fe cooperaba con sus obras, y por sus obras su

fe alcanzó la plenitud.

R. Por lo cual Dios se lo tomó como justificación.

SEGUNDA LECTURA

De los Sermones de san Bernardino de Siena, presbítero.

Es norma general de todas las gracias especiales co-

municadas a cualquier creatura racional que, cuando la

gracia divina elige a alguien para algún oficio especial o

algún estado muy elevado, otorga todos los carismas que

son necesarios a aquella persona así elegida, y que la

adornan con profusión.

Ello se realizó de un modo eminente en la persona de

san José, que hizo las veces de padre de nuestro Señor

Jesucristo y que fue verdadero esposo de la Reina del

mundo y Señora de los ángeles, que fue elegido por el

Padre eterno como fiel cuidador y guardián de sus más

preciados tesoros, a saber, de su Hijo y de su esposa;

cargo que él cumplió con absoluta fidelidad. Por esto el

Señor le dice: Bien siervo bueno y fiel, pasa al banquete

de tu Señor.

Si miramos la relación que tiene José con toda la

Iglesia, ¿no es éste el hombre especialmente elegido, por

el cual y bajo el cual Cristo fue introducido en el mun-

do de un modo regular y honesto? Por tanto, si toda la

Iglesia está en deuda con la Virgen Madre, ya que por

medio de ella recibió a Cristo, de modo semejante le

debe a san José, después de ella, una especial gratitud

y reverencia.

Él, en efecto, cierra el antiguo Testamento, ya que

en él la dignidad patrialcal y profética alcanza el fruto

prometido. Además, él es el único que poseyó corporal-

mente lo que la condescendencia divina había prome-

tido a los patriarcas y a los profetas.

Hemos de suponer, sin duda alguna, que aquella

misma familiaridad, respeto y altísima dignidad que

Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra,

como un hijo con su padre, no se la ha negado en el

cielo; al contrario, la ha colmado y consumado.

Por esto, no sin razón añade el Señor: Pasa al ban-

quete de tu Señor. Pues, aunque el gozo festivo de la

felicidad eterna entra en el corazón del hombre, el Se-

ñor profirió decirle: Pasa al banquete, para insinuar

de un modo misterioso que este gozo festivo no sólo se

halla dentro de él, sino que lo rodea y absorbe por to-

das partes, y que está sumergido en él como en un

abismo profundo.

Acuérdate, pues, de nosotros, bienaventurado José, e

intercede con tus oraciones ante tu Hijo; haz también

que sea propicia a nosotros la santísima Virgen, tu es-

posa, que es madre de aque que con el Padre y el Es-

píritu Santo vive y reina por los siglos infinitos. Amén.

Responsorio

R. Dios me contituyó como padre del rey y como se-

ñor de toda su casa; me elevó para hacer llegar

la salvación a muchos pueblos.

V. El Señor ha sido el auxilio y refugio que me ha

salvado.

R. Me elevó para hacer llegar la salvación a muchos

pueblos.

HIMNO FINAL

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,

a ti nuestra alabanza,

a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran

y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,

Dios del universo;

llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,

la multitud de los profetas te enaltece,

y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,

por los confines extendida,

con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,

Hijo eterno, unigénito de Dios,

Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,

tú el Hijo y Palabra del Padre,

tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,

tomaste la condición de esclavo

en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte

y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,

inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,

como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor

de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,

con tus santos elegidos.

Salva a tu pueblo, Señor,

y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,

y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos

y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,

guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,

ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.

A ti, Señor me acojo,

no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

Oremos:

Dios todopoderoso, que, en los albores del nuevo

Testamento, encomendaste a san José los misterios

de nuestra salvación, haz que ahora tu Iglesia, soste-

nida por la intercesión del esposo de María, lleve a

su pleno cumplimieto la obra de la salvación de los

hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. Bendigamos al Señor.

R, Demos gracias a Dios.

 

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LAUDES DE LA SOLEMNIDAD

 

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Adoremos a Cristo, el Señor, en esta solemnidad de san José.

[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

Escuchen qué cosa y cosa

tan maravillosa, aquesta:

un padre que no ha engendrado

un Hijo, a quien otro engendra.

Un hombre que da alimentos

al mismo que lo alimenta;

cría al que lo crió, y a mismo

sustenta que lo sustenta.

Manda a su propio Señor

y su Hijo Dios respeta;

tiene por ama a una esclava,

y por esposa a una reina.

Celos tuvo y confianza,

seguridad y sospechas,

riesgos y seguridades

necesidad y riquezas.

Tuvo, en fin, todas las cosas

que pueden pensarse buenas;

y es fin, de María esposo

y, de Dios, padre en la tierra. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Los pastores vinieron presurosos y encontraron

a María y a José, y al niño acostado en un pesebre.

- Salmo 62 -

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,

mi alma está sedienta de ti;

mi carne tiene ansias de ti,

como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario

viendo tu fuerza y tu gloria!

Tu gracia vale más que la vida,

te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré

y alzaré las manos invocándote.

Me saciaré de manjares exquisitos,

y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti

y velando medito en ti,

porque fuiste mi auxilio,

y a las sombras de tus alas canto con júbilo;

mi alma está unida a ti,

y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Los pastores vinieron presurosos y encontraron

a María y a José, y al niño acostado en un pesebre.

Ant. 2 José y María, la madre de Jesús, estaban

maravillados de lo que se decía de él, y Simeón

los bendijo.

Cántico.

Dn. 3,57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

Angeles del Señor, bendecid al Señor;

cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;

ejércitos del Señor bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;

astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;

vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;

fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas bendecid al Señor;

témpanos y hielos, beendecid al Señor.

Escarchas y nieve, bendecid al Señor;

noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;

rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,

ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;

cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;

mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;

aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;

bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;

siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;

santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,

alabado y glorioso y ensalzadlo, por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 José y María, la madre de Jesús, estaban

maravillados de lo que se decía de él, y Simeón

los bendijo.

Ant. 3 Se levantó José y tomó de noche al niño y a su

madre, y partió para Egipto, y allí permaneció

hasta la muerte de Herodes.

-Salmo 149-

Cantad al Señor un cántico nuevo,

resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;

que se alegre Israel por su creador,

los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,

cantadle con tambores y cítaras;

porque el Señor ama a su pueblo

y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria

y canten jubilosos en filas:

con vítores a Dios en la boca

y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos

y aplicar el castigo a las naciones,

sujetando a los reyes coa argollas,

a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada

es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Se levantó José y tomó de noche al niño y a su

madre, y partió para Egipto, y allí permaneció

hasta la muerte de Herodes.

LECTURA BREVE

2S 7, 28-29

Mi Señor, tú eres el Dios verdadero, tus palabras

son de fiar, y has hecho esta promesa a tu siervo.

Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para

que esté siempre en tu presencia, ya que tú, mi Señor,

lo has dicho, sea siempre bendita la casa de tu siervo.

RESPONSORIO BREVE

V. Lo nombró administrador de su casa.

R. Lo nombró administrador de su casa.

V. Señor de todas sus posesiones.

R. Administrador de su casa.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Lo nombró administrador de su casa.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. José se estableció en una ciudad llamada Nazaret; así

se cumplió lo que de Cristo habían anunciado los

profetas: que sería llamado Nazareno.

Cántico de Zacarías

Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con

nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. José se estableció en una ciudad llamada Nazaret; así

se cumplió lo que de Cristo habían anunciado los

profetas: que sería llamado Nazareno.

PRECES.

Acudamos suplicantes al Señor, el único que puede

hacernos justos, y digámosle suplicantes:

Con tu justicia, Señor, danos vida.

Tú, Señor, que llamaste a nuestros padres en la fe

para que caminasen en tu presencia con un corazón

sincero,

haz que también nosostros, siguiendo sus huellas,

seamos santos ante tus ojos.

Tú que elegiste a José, varón justo, para que cui-

dara de tu Hijo durante su niñez y adolecencia,

haz que también nosotros nos consagremos al ser-

vicio del cuerpo de Cristo, sirviendo a nuestros

hermanos.

Tú que entregaste la tierra a los hombres para que

la llenaran y la sometieran,

ayúdanos a trabajar con empeño en nuestro mun-

do, pero teniendo siempre nuestros ojos puestos

en tu gloria.

No te olvides, Padre del universo, de la obra de tus

manos

y haz que todos los hombres, mediante su trabajo

honesto, tengan una vida digna.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque somos miembros de la familia de Dios, nos

atrevemos a decir:

Padre nuestro .............

ORACIÓN.

Dios todopoderoso, que, en los albores del nuevo

Testamento, encomendaste a san José los misterios

de nuestra salvación, haz que ahora tu Iglesia, soste-

nida por la intercesión del esposo de María, lleve a

su pleno cumplimieto la obra de la salvación de los

hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal

y nos lleve a la vida eterna.

R, Amén.

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VÍSPERAS II DE LA SOLEMNIDAD

 

 INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

¡Oh qué dichoso este día

en que José, dulce suerte,

entre Jesús y María

rinde tributo a la muerte!

Tuvo en la tierra su cielo;

por un favor nunca visto,

con la Virgen, su consuelo

fue vivir sirviendo a Cristo.

Ya con suprema leticia

los justos lo aclamarán,

lleva la buena noticia

hasta el seno de Abraham.

Si fue grande la agonía

que sufrió en la encarnación,

será inmesa alegría

que tendrá en resurrección.

Quiera Dios que en nuestros trance

no nos falte su favor,

y piadoso nos alcance

ver benigno Redentor.

Que en Jesús, José y María,

gloria de la humanidad,

resplandezca tu armonía,

¡oh indivisa Trinidad! Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Hallaron a Jesús en el templo, sentado en medido de

los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

- Salmo 14 -

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda

y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente

y practica la justicia,

el que tiene intenciones leales

y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo

ni difama al vecino,

el que considera despreciable al impío

y honra a los que temen al Señor,

El que no retracta lo que juró

aun en daño propio,

el que no presta dinero a usura

ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Hallaron a Jesús en el templo, sentado en medido de

los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

Ant. 2 Su madre le dijo a Jesús: "Hijo mío, ¿por qué te

has portado así con nosotros? Tu padre y yo te

buscábamos llenos de angustia."

 - Salmo 111 -

Dichoso quien teme al Señor

y ama de corazón sus mandatos.

Su linaje será poderoso en la tierra,

la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,

su caridad es constante, sin falta.

En las tinieblas brilla como una luz

el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,

y administra rectamente sus asuntos.

El justo jamás vacilará,

su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,

su corazón está firme en el Señor.

Su corazón está seguro, sin temor,

hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;

su caridad es constante, sin falta,

y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,

rechinará los dientes hasta consumirse.

La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Su madre le dijo a Jesús: "Hijo mío, ¿por qué te

has portado así con nosotros? Tu padre y yo te

buscábamos llenos de angustia."

Ant. 3 Jesús bajó a Nazaret con sus padres, y vivía

sumiso a ellos.

Cántico.

Ap. 15,3-4

Grandes y maravillosas son tus obras,

Señor, Dios omnipotente,

justos y verdaderos tus caminos,

¡oh rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,

y glorificará tu nombre?

Porque tú solo eres santo,

porque vendrán todas las naciones

y se postrarán en tu acatamiento,

porque tus juicios se hicieron manifiesto.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Jesús bajó a Nazaret con sus padres, y vivía

sumiso a ellos.

LECTURA BREVE

Col 3, 23-24

Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para

servir al Señor y no a los hombres: sabiendo bien

que recibiréis del Señor en reconmpensa la herencia.

Servid a Cristo

RESPONSORIO BREVE

V. El justo florecerá como un lirio.

R. El justo florecerá como un lirio.

V. Y se alegrará eternamente ante el Señor.

R. Como un lirio.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El justo florecerá como un lirio.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Jesús tenía unos treinta años y era considerado

hijo de José.

Cántico de la Santísima Virgen María

Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes

por mí:

su nombre es santo

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

--como lo había prometido a nuestros padres--

en favor de Abraham y su descendencia

por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesús tenía unos treinta años y era considerado

hijo de José.

PRECES

Acudamos suplicantes a Dios Padre todopoderoso,

de quien procede toda la familia del cielo y de la tierra

 y digámosle suplicantes:

Padre nuestro que estás en los cielos, escúchanos.

Padre santo, tú que en la aurora del nuevo Testamento

revelaste a José el misterio mantenido en

silencio desde el origen de los siglos,

ayúdanos a conocer cada vez mejor a tu Hijo,

verdadero Dios y verdadero hombre.

Padre celestial, tú que alimentas las aves del cielo

y vistes la hierba del campo,

concede a todos los hombres el pan de cada día

para su cuerpo y el alimento de la eucaristía para su espíritu.

Creador del universo, tú que entregaste al hombre

la obra de tus manos,

haz que los trabajadores puedan disfrutar

de manera digna del fruto de su trabajo.

 Señor, tú que eres la fuente de toda la justicia y

deseas que todos seamos justos,

por intercesión de san José, ayúdanos a agradarte en todo.

 Haz, Señor, que los moribundos y los que ya han muerto,

obtengan tu misericordia eterna, por medio de

tu Hijo, de María y de san José.

 Porque somos miembros de la familia de Dios,

nos atrevemos a decir

Padre Nuestro ........

ORACIÓN

Dios todopoderoso, que, en los albores del nuevo

Testamento, encomendaste a san José los misterios

de nuestra salvación, haz que ahora tu Iglesia, soste-

nida por la intercesión del esposo de María, lleve a

su pleno cumplimieto la obra de la salvación de los

hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal

y nos lleve a la vida eterna.

R, Amén.