Navidad es familia

Navidad es familia

Navidad es la fiesta de una familia. La fiesta de un hombre que es papá, de una mujer que es mamá, de un niño que es hijo. Más que el rito, la fiesta son los mismos que la celebran, y manifiestan en el rito lo que son, familia.

Esta familia tiene poco de extraña, y a la vez más extraña no puede ser. Familia que se parece a toda familia, compuesta de un hombre, una mujer y un niño. Pura vida cotidiana, en que nada es extraño.

Con todo, es familia completamente extraña, pues no se parece a ninguna otra. Es única en el tiempo y en la eternidad, con una extrañeza que no incomoda, sino que llena, por extraña, de inefable felicidad.

"Extraño llaman a uno por una de dos cosas: o porque anda retirado de la gente, o porque es excelente y particular entre los demás hombres en sus hechos y obras" (S. Juan de la Cruz). Por excelente y particular, la familia de Nazaret es extraña. Una extrañeza que duerme en todo corazón y pocos caen en la cuenta de que les pertenece hasta en su más profunda intimidad.

Un hombre habló así de la mujer de esa familia: "El cielo, los astros, la tierra, los ríos, el día, la noche y todo lo que se halla sometido al poder y al servicio del hombre, se congratulan, Señora, porque, habiendo perdido su antigua nobleza, ahora han sido en cierto modo resucitados por ti y dotados de una gracia nueva inefable".

Navidad es la fiesta de lo que no tiene nombre. El lenguaje es incapaz de ponerse a su servicio. No sabe cómo calificar lo que oye y ve, como si el paraíso aún estuviera por nacer.

Todo ser humano lo lleva en el corazón, el paraíso, a veces tan escondido que ni siquiera se percata de poseerlo por el solo hecho de existir. No disfrutarlo es como no emplear los ojos para ver.

Las cosas tienen un lenguaje mudo para esta fiesta a la que nadie quiere faltar, y que el poeta canta así: "la música callada / la soledad sonora / la cena que recrea enamora". Inefable pasión de lo divino.

Vamos al mercado con la ilusión de conseguir tarjetas para escribir los sentimientos de ternura que han dormido todo el año en el corazón, única fuente de inspiración del gusto y la dicha de vivir.

AUTOR: P. Hernando Uribe Carvajal, OCD

TOMADO DE: El Colombiano, 21 de diciembre de 2012