Seguir a María en la vida interior

Seguir a María en la vida interior

 

Seguir a María en la profundidad de la vida interior

La devoción a la Virgen del Carmen es también un fuerte llamamiento a la vida interior, que es de modo especialísimo la vida de María. La Virgen nos quiere Semejantes a Ella, mucho más en el corazón y en el espíritu que en el hábito exterior Si penetramos en el alma de María, vemos que la gracia floreció en Ella en una riqueza inmensa de vida interior: vida de recogimiento, de oración, de ininterrumpida entrega a Dios, de contacto continuo y unión íntima con El. El alma de María era un santuario reservado a solo Dios, donde ninguna criatura humana imprimió jamás su huella, donde reinaba el amor y el celo por la gloria de Dios y por la salvación de los hombres.

Los que quieren vivir plenamente la devoción a la Virgen del Carmen deben seguir a María en la profundidad de la vida interior. El Carmelo es el símbolo de la vida contemplativa, vida dedicada por entero a la búsqueda de Dios, toda ella proyectada hacia la intimidad divina; y la que mejor realiza este ideal altísimo es ni más ni menos que la Virgen, Regina decor Carmeli. "En el desierto residirá la equidad y la justicia en el Carmelo morará. La obra de la justicia será la paz y el fruto de la justicia el silencio y la Seguridad para siempre. Así mi pueblo morará en mansión de paz, en moradas seguras y en apacibles lugares de reposo".

Estos versículos, tomados de Isaías (32, 16-18) y reproducidos en el oficio propio de la Virgen del Carmen, dibujan muy bien el espíritu Contemplativo y son al mismo tiempo un hermoso retrato del alma de María, verdadero jardín (Carmelo en hebreo significa jardín) de virtudes, oasis de silencio y de paz, en que reina la justicia y la equidad, oasis de seguridad, cubierto todo él por la sombra de Dios, lleno de Dios. Toda alma de vida interior aun viviendo en medio del ruido del mundo, ha de esforzarse por llegar a esta paz, a este silencio interior que hace posible el contacto continuo con Dios. Son las pasiones y los apegos los que hacen ruido dentro de nosotros. los que turban la paz de nuestro espíritu e interrumpen el trato íntimo con el Señor. Sólo el alma completamente desasida y que domina enteramente sus pasiones podrá, como María, ser un jardín solitario, silencioso, donde el Señor encuentre sus delicias. Es ésta la gracia que debemos hoy pedir a la Virgen, eligiéndola por patrona y maestra de nuestra vida interior.

AUTOR: Gabriel de S. María Magalena, OCD, Intimidad divina, Burgos, 1958, H pp.906-908.