Preámbulo.
Teresa inicia a poner por escrito su experiencia de vida a los 50 años de edad. Estamos hablando del año de 1565. Ya ha iniciado la experiencia de su primer Monasterio de san José en Ávila.
A los 50 años de edad cobra conciencia de lo que ha vivido y al ponerlo por escrito va ejercitando y puliendo el talento literario y se da cuenta de que al escribir, está hablando, comunicando su experiencia. Esto le ayuda a tener más claridad y a tener elementos de discernimiento de las acciones de Dios.
Un primer aspecto, en la vida de Teresa es recuperar el camino, que conscientemente ella descubre que ha perdido desde la infancia. Lo enmarca desde el camino de la virtud. Si tomamos en cuenta la definición de lo que es la virtud, decimos que es una cualidad humana que permite a quien la posee tomar y llevar a término las decisiones correctas en las situaciones más adversas para cambiarlas a su favor. El virtuoso es el que está en camino de ser sabio, porque sabe cómo llegar a sus metas sin pisar las de los otros, porque pone a los demás de su lado y los lleva a alcanzar un objetivo común. El virtuoso es el que «sabe remar contra la corriente» también una persona virtuosa es aquella que sabe sacar a delante cualquier problema que venga, es una persona que tiene muchas cualidades y las pone en práctica a diario.
Este es el camino que Teresa de Jesús, desde la oración empieza a cobrar conciencia. Un camino de la oración no puede ir sólo si no se apoya en la virtud, en el ejercicio que el hombre y la mujer dispone para tener un camino coherente en la vida.
Veamos cómo Teresa descubre la importancia de la virtud:
¿Qué dice Teresa de sí misma?
Desde muy pequeña Teresa nos narra que despierta a la vida y este despertar lo encamina hacia la virtud que conlleva a un camino desde la verdad, lo bueno. El principal rasgo que Teresa, en su humanismo, nos ofrece es la importancia de la virtud. Virtud no como un ropaje mal entendido de comportamiento moral, puritano, sino aquella virtud que conlleve a la verdad y la sabiduría.
Esta verdad de la virtud la irá perfilando Teresa desde dos realidades: la realidad de Dios, que interviene en su vida y, el descubrimiento de sí, su propia verdad. Estas dos realidades se integrarán con naturalidad desde la experiencia de sentirse amada por Dios. Este amor es quién cambiará el panorama de vida: la gracia-amistad con Dios. Teresa reconoce una verdad, es Dios quien tiene la iniciativa a la vida de amistad:
…¡Oh Señor mío!, Pues parece tenéis determinado que me salve, plega vuestra Majestad quesea así!.. [1]
…pone devoción ver cómo me daba Dios tan presto… [2];
… hacerme tantas mercedes, como me habéis hecho… no me parece os quedó a vos nada por hacer, para que desde esta edad no fuera toda vuestra… [3] Paréceme andaba su Majestad mirando y remirando por dónde me podía tornar a sí…. [4];
...quiso el Señor comenzar a darme luz,… [5]
Teresa reconoce que la virtud se aprende. La mejor escuela de aprendizaje de los valores es la familia …el tener padres virtuosos y temerosos de Dios [6] …ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Tenían muchas… [7]; mi padre… mucha caridad para con los pobres y piedad con los enfermos, y aún con los criados [8]…; mi madre tenía muchas virtudes… grandísima honestidad… muy apacible y con harto entendimiento… [9]; Éramos tres hermanas y nueve hermanos… en ser virtuosos… [10] Lo que resalta Teresa es la bondad de quienes le rodean. La familia es un lugar bueno, o tendría que serlo, para crecer en la virtud. La familia es el espacio natural donde se crece y se aprende lo que se necesita para la vida. He ahí el cuidado de los padres en la enseñanza de los hijos e hijas. La familia, el hogar es el lugar adecuado y más seguro para lo bueno en los hijos.
Teresa recupera varios datos que, ahora a los 50 años de edad, reconstruye ese camino que ya había experimentado de lo bueno de la virtud con estas características naturales:
...en esto me daba el Señor gracia, en dar contento adondequiera que estuviese; y así era muy querida… [11];
...en esto de dar contento a otros he tenido extremo, aunque a mí me hiciese pesar; tanto que, en otras fuera virtud y en mí ha sido gran falta, porque iba muchas veces muy sin discreción… [12]
Esta virtud de dar contento, la podemos descubrir e su capacidad afectiva que le proporcionó siempre una capacidad para crear relaciones humanas brillantes. Fue hija preferida, las hermanas la valoraban por su simpatía y su alegre humildad en el servicio, los seglares valoraban la gracia y el donaire de su conversación. Sus superiores se sirven de su don de gentes para recabar las necesarias limosnas.
Cuando esta capacidad de relación, de dar contento, como virtud natural humana inició a girar en la órbita de Cristo, afianzará un humanismo más espontáneo en su relación afable, tierna y comprensiva para con quiénes la rodeaban. De dar contento para ahora a un camino de contentar a Dios en los demás…
Anclada en Cristo, su vida afectiva se despliega con una amplitud sorprendente y nada de su natural queda apartado de Él. Desde ahí puede liberar todas las fibras de su corazón y enraizadas en el Amado descubrir lo que es humano. Mirándose a sí misma le aparece su verdad, la unión con Cristo, como plenitud de sí misma.
La naturalidad y la disponibilidad hacen despertar en Teresa la comprensión de un llamado y de una intervención de Dios que le suscita claridad y sentido lo que está realizando. Experimenta nuevas fuerzas al darse cuenta que el Señor …me dio a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle... [13]
¿Qué dice la gente que es Teresa de Jesús?
Teresa era un mujer trasparente. Sabía que la mejor manera de andar en la verdad era la naturalidad. Una persona que se relaciona con naturalidad tiene una verdad dentro, pues no esconde, ni se esconde, es. Esta virtud de dar contento y contentar a Dios en los demás… lo podemos descubrir en las palabras de muchos hombres y mujeres que reciben de Teresa esta manera de amar.
Descubrimos esta naturalidad en Teresa por varios testimonios que han dejado huella para descubrir el humanismo teresiano:
Ribera, el primer biógrafo de la santa, la describe así: …Los ojos negros y redondos y un poco papujados (que ansi los llaman, y no sé cómo mejor declararme), no grandes pero muy bien puestos y vivos y graciosos, que en riéndose se reían todos y mostraban alegría… [14]
P. Pedro de la Purificación, escribió: Una cosa me espantaba de la conversación de esta gloriosa madre, y es que, aunque estuviese hablando tres y cuatro horas, tenía tan suave conversación, tan altas palabras y la boca tan llena de alegría, que nunca cansaba y no había quien se pudiera despedir de ella.
La Hna. María de S. José dice: Tenía muy linda gracia… en el rostro, que con ser ya de edad y muchas enfermedades, daba gran contento mirarla y oírla, porque era muy apacible y graciosa en todas sus palabras y acciones [15].
La Hna. Ana de san Bartolomé, hablando de su manera de viajar: No era amiga de gentes tristes, ni lo era ella, ni quería que los que iban en su compañía lo fuesen. Decía: Dios me libre de santos encapotados [16]
Fr. Luis de León, el primer editor de las Obras completas, dice: en sus libros, sin ninguna duda quiso el Espíritu Santo en la madre Teresa fuese un ejemplo rarísimo, porque en la alteza y claridad con que las trata excede muchos ingenios; y en la forma de decir, y en la pureza y facilidad del estilo, y en la gracia y buena compostura de las palabras, y en una elegancia desafeitada que deleita en extremo dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con ellos iguale. Y así siempre que los leo me admiro de nuevo; y en muchas partes de ellos me parece que no es ingenio de hombre el que oigo; y no hubo sino que hablaba el Espíritu Santo en ella en muchos lugares, y que la regía la pluma y la mano, que así lo manifiesta en la luz que pone en las cosas oscuras y el fuego que enciende con sus palabras en el corazón que lee… [17]
Las descalzas reales de Madrid y acogiendo bajo su techo a la santa fundadora que iba de paso a la reciente capital de España, dicen: bendito sea Dios que nos ha dejado ver una Santa a quien todas podemos imitar: habla, duerme y come como nosotras, y conversa sin ceremonias y melindres de espíritu…
Fray jerónimo de San José dice: tenía particular aire y gracia en el andar, en el hablar, en el mirar y en cualquier acción o ademán que hiciese o cualquier manera de semblante que mostrarse. La vestidura o ropa que trata, aunque fuese el pobre hábito de sayal de su orden y un harapo viejo y remendado que se vistiese, todo le caía bien…
Dice el médico Antonio Aguilar: Era cosa de cielo ver con qué tiento examinaba el talento de las personas. Y a las dos vueltas que daba, calaba y tanteaba los quilates de valor que tenían las mujeres que le venían a hablar para tomar el hábito…
Julián de Ávila comenta: No les duraba más la murmuración de hasta hablarla y conocerla, que después de conocida, principalmente los confesores, no había quien más la loase y aprobase que ellos, y quien más defendiese a banderas desplegadas sus cosas... y los que antes de oídas, no gustaban de sus cosas y negocios, después que por vista de ojos la veían, hablaban y confesaban, gustaban tanto y la alababan tanto, que le daban toda la autoridad que podían y la alentaban a que siempre anduviese en lo que andaba.
Su simpatía natural le abrió numerosas puertas y le ayudó a entretejer una compleja red de relaciones y de amistades incondicionales con obispos, religiosas, teólogos, nobles, hidalgos, mercaderes y arrieros; aunque también le creó serias dificultades entre los que no veían compatibles la afabilidad y la santidad. Ella tenía muy claro que cuanto más santas, han de ser más conversables [18] y un alma apretada no puede servir bien a Dios. Le gustaba repetir: Tristeza y melancolía, no las quiero en casa mía.
Podemos descubrir en Teresa de Jesús:
El camino de la virtud nos orienta a la verdad, a lo bueno.
La virtud se aprende en la familia. ¿Qué cosas buenas y verdaderas he aprendido de la familia que lo conservo hasta hoy?
Lo que aprendemos de Teresa de Jesús es SER ante los demás con libertad y naturalidad.
En Teresa, el camino de la naturalidad hacen descubrir la necesidad de ser trasparentes, libres, afables y conversables.
AUTOR: Julio Rincón OCD
___________________________________
[1] 4,3
[2] 2,1
[3] 9,3
[4] 4,3
[5] 4,5
[6] 4,5
[7] 32,2
[8] 1M 1,4
[9] 20,6
[10] ibidem
[11] ibidem
[12] 37,5
[13] 1M 1,12
[14] 4M 1,7
[15] 6,2
[16] 7,7
[17] 6,7
[18] 6,3
[19] 6,8
[20] 40,3
[21] HERRAIZ, Maximiliano, A ZAGA DE TU HUELLA, Carmelo 2000, Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2000, p. 279.
[22] 6,3
[23] 6,4
[24] 6,9
[25] 5,1
[26] 7,5
[27] 7,7
[28] 7,8
[29] 7,9
[30] 7,9
[31] 7,9
[32] 7,10
[33] 7,10
[34] 7,10
[35] 7,5
[36] 7,4