Los Maestros de Isabel de la Trinidad

isabel de la trinidadMadre María de Jesús, y después y sobre todo, Madre Germana trabajaron en la formación monacal de Isabel. De acuerdo a un punto de las constituciones teresianas, la maestra de novicias encontraba diariamente a cada novicia durante algunos minutos; ésta daba...

 


 

Madre Germana ha subrayado frecuentemente que antes de cualquier otro ha sido el Espíritu Santo el Maestro que ha formado a Isabel. Ha sido El quien le ha enseñado este recogimiento profundo, revelándole la dulzura de la divina presencia, en la Eucaristía y en su alma. Ella, por así decirlo, ha experimentado la verdad de la existencia de Dios y de su amor por nosotros, la verdad de Jesús y de la Eucaristía. La fe lleva a la niña a la experiencia de la presencia de Dios; la experiencia llevará a la joven a la apertura total y disponible para las grandes realidades de la fe cristiana de las que oye hablar en la catequesis, las homilías, los sermones, las “conferencias para jóvenes” y las instrucciones de algunos retiros que hace. Además en las lecturas hechas, más bien sobrias, antes o después de su entrada al Carmelo.

En la oración, Jesús es el “Maestro”, que ilumina su fe, como lo hizo al encender el corazón de los discípulos de Meaux (Lc. 24,32). En la oración, como en todo lo que es olvido de sí mismo por amor a Cristo, la formación intelectual se enriquece con una formación para la relación con Dios y para la donación a su voluntad. Este contacto de amor fue el que dio a Isabel esa resonancia afectiva, esa fuerza de atracción en las “verdades” de la fe, ese ambiente de comunicación en una relación interpersonal. Al entrar en el Carmelo, a la pregunta sobre qué libro prefería, Isabel respondió significativamente: “El alma de Cristo…ella me descubre todos los secretos del Padre que está en los cielos” (NI 12). En su gran oración escribirá: OH verbo eterno, palabra de mi Dios! Quiero pasar mi vida escuchándoos; quiero ser un alma atenta siempre a vuestras enseñanzas para aprenderlo todo de vos” (NI 15) . Había que subrayar también que el substrato doctrinal del Carmelo de Dijon era bastante sólido. Los contactos frecuentes con buenos predicadores y directores espirituales como el teólogo y canónigo Sauve y el Dominicano P. Vallée, acompañados de la lectura de sus notas y la conversación entre las hermanas; habían contribuido a la buena formación de la Comunidad, sencilla, pero sólida.

Madre María de Jesús, y después y sobre todo, Madre Germana trabajaron en la formación monacal de Isabel. De acuerdo a un punto de las constituciones teresianas, la maestra de novicias encontraba diariamente a cada novicia durante algunos minutos; ésta daba cuenta de su oración y pedía los “permisos”; formación detallada, pero fecunda a la larga, enriquecida ordinariamente con “dirección” un poco más larga, y con la “lectura” diaria por la tarde en el noviciado (1). Para ciertas lecturas la M. Germana pedía ayuda a la hermana María de la Trinidad, reservándose, sin embargo, la explicación de las Constituciones y del Camino de Perfección (instrucciones que era las que más le gustaba a Isabel).

Tenemos aquí su primer maestro entre los mediadores históricos: nuestra Santa Madre Teresa! Es “su santa preferida” declara Isabel al entrar al Carmelo, “porque murió de amor” (NI 12). Novicia considera que ser esposa de Cristo en el Carmelo exige “tener el corazón encendido de Elías; el corazón transverberado de Teresa, “su verdadera esposa, que cela su honor” (NI 13). Profesa, quisiera amar a Jesús “como mi seráfica Madre hasta morir de amor: “O caritatis victima” cantamos el día de su fiesta. Esta es toda mi ambición: ser víctima del amor” (L. e 147).

Pero más que por sus escritos, la Madre Teresa ejerce en Isabel su influjo por su obra de Fundadora y por su ejemplo seráfico: “ha amado tanto que muerto de amor” (L.136); para Isabel Santa Teresa es el Capitán del ejercito en el que deben marchar con paso firme cada una de sus hijas; la madre que hay que mirar e invocar, que desde lo alto del cielo protege, estimula y conduce; la reformadora genial, que a precio de grandes sacrificios, concibió el Carmelo como un desierto fraterno y eclesial, como espacio para la oración ininterrumpida: con la estructura de la vida de las Carmelitas- “nuestra manera de proceder”- ha forjado el molde que da forma, en sus líneas esenciales, a la santidad de sus hermanas reformadas. En este sentido podemos decir que la primera “maestra de novicias” de Isabel- y de toda Carmelita- es la vida misma, tal como la Madre Teresa la ha modelado y orientado. Isabel dice:”si viese qué amor siento por esta regla /”Regla” en un sentido muy amplio, como lo veremos más adelante) que es el estilo de santidad que El desea para mí” (L.e 147).

La plenitud de su vida de carmelita será la plenitud de la santidad evangélica, pero la plenitud de la santidad evangélica, pero la plenitud de la santidad cristiana deberá realizarse en la autenticidad de la vocación carmelitana. “La esposa de Cristo” será “la esposa del Carmelo” (NI 13). Ser Carmelita de verdad es ser llamada a la santidad: “pídele (a Santa Teresa) también un poco por mí para que sea una auténtica Carmelita. Es decir, una santa ni más ni menos” (L.e,117). Y esto por la iglesia: “Amar es ser apóstol,/…fue el secreto misterioso que animaba a nuestros santos, / cómo inflamaban las almas./ daban en todo a Jesús,/ su corazón irradiaban” (P.e 90). Entre “nuestros santos” que “irradiaban”, como no reconocer el autor de llama de amor viva, uno de los pocos libros que Isabel guardaba en su celda, junto en un mismo volumen con el Cántico Espiritual. Es este un volumen que ella “ama tanto” (L. 106) y al que en cierto momento llamará “todo el alimento de mi alma” (L. 241) oh, cómo esta enamorada de él! “nuestro bienaventurado padre san Juan de la Cruz” (L. 185), este “gran doctor del amor” (L. 274), “que penetró profundamente en el conocimiento de Dios” (L. e 118)!! Si la Madre esta presente por todas partes en la vida de Isabel con su ejemplo, su espíritu y con la forma de vida que legó a sus hijas, los escritos del pequeño fraile de Durelo- este “Senequita” como lo llamaba la Madre Teresa!- parecen, a su vez, ejercer un impacto afectivo y doctrinal más fuerte que los de la Madre.

Entre “nuestros Santos”, tenemos también a una pequeña Carmelita muerta en olor a santidad” (L. 206), con el mismo nombre, el mismo hábito el mismo deseo de amar y el mismo ardor apostólico de la Madre: la hermana Teresita del Niño Jesús. En el Carmelo, Isabel tendrá un contacto con la Historia de un alma, y aún más sentirá su bienhechor influjo, con la ayuda de la madre Germana, totalmente conquistada por la doctrina de su hermana de Lisieux. Teresita es desde entonces venerada e invocada en el noviciado de Dijon, en el que aparece su retrato (L. 179), nota 16! La doctrina de Teresita influirá en Isabel sobre todo en el campo del deseo de amar, de su encarnación en las “cosas pequeñas” y en la actitud de confiando abandono frente a nuestras faltas, al sufrimiento, a la muerte y a la plenitud de nuestra santidad.

Leamos solamente un pasaje, en donde se reconoce fácilmente la presencia de Teresita: “…Sor Teresa del niño Jesús. Sí Germanita mía (una amiguita), vivamos de amor, seamos como ella, siempre generosas, inmolándose constantemente, haciendo la voluntad de Dios sin buscar cosa extraordinarias. Luego, hagámonos pequeñitas, dejemos llevar como el niño en brazos de su madre, por Aquel que es nuestro Todo. Sí, hermanita mía, somos muy débiles. Me atrevería hasta decir: no somos más que miseria. Pero El lo sabe. Le gusta tanto perdonarnos, volvernos a levantar, transformarnos en el (…) yo también Germana, quiero ser santa, santa para hacerle feliz. Pídele que viva solamente de amor. “Es mi vocación”. (…) Tal vez descubramos algunas deficiencias e infidelidades. Entreguémoslas al Amor. Es un fuego que consume. Pasemos nuestro purgatorio en su amor (L. e 153)

En relación con la beata Isabel de la Trinidad se pregunta a veces sobre su “originalidad”- no es este el lugar para profundizar en este asunto-. Preguntémonos solamente: le interesaría a ella el ser original?... su único deseo fue llevar una vida escondida con Cristo en Dios, amar, orar, ser corredentora en la iglesia. El mensaje profético de Isabel de la Trinidad consiste ante todo en la intensidad de su vida santa, de la que sus escritos son providencialmente testigos cualificados.

Ciertamente que una de las “originalidades” de Isabel de la Trinidad consiste en su exploración personal y entusiasta del Nuevo Testamento, y mas exactamente del aspecto “místico” de la Revelación” particularmente de la invitación amorosa de los Tres en nosotros y de nuestra configuración con Cristo, tal como nos lo han enseñado especialmente San Pablo y San Juan, (Evangelio, primera carta, Apocalipsis).. No explicamos todo esto, porque es muy conocido de nuestras hermanas. Recordemos de todos modos la costumbre feliz del Carmelo o de la “lectura” del noviciado, un cuarto de hora a la lectura del Manual del Cristiano, es decir, a la lectura del Nuevo Testamento (una parte de un salmo y algunos versículos de la Imitación). El contacto directo y constante con el nuevo testamento ha ayudado poderosamente a dar al mensaje de Isabel su grande objetividad de la fe.

TOMADO DE: http://isabeldelatrinidad1.blogspot.it