Acercarse a Edith Stein es sumergirse en un mar inmenso, es demasiado grande para poder abarcarla toda. No deja indiferente.
Antes que nada, quisiera transmitir la aportación que me hizo Edith Stein, y fue la de darme cuenta de que su búsqueda de la verdad es un proceso por el cual pasamos muchas personas, salvando las distancias. He notado un paralelismo que es el siguiente:
1.- Nacemos en un ambiente católico (ella judío) de cumplimiento, de costumbre.
2.- En la adolescencia nos volvemos críticos y ponemos a Dios en el congelador.
3.- Más adelante surge un anhelo de búsqueda y si estamos en un ambiente universitario nos apoyamos en la razón, en la Filosofía, pero no da la respuesta, aunque ayuda.
4.- Como sigue interesándonos el factor humano buscamos en la psicología una verdad, pero el hombre que estudia esta ciencia no tiene alma porque eso entra en otro plano de realidad, con lo cual tampoco puede dar la respuesta. (Sigue la búsqueda y se abren caminos a través de la psicología humanista).
5.- Por casualidad nos encontramos con Santa Teresa, con la experiencia mística cristiana y ahí si se encuentra la respuesta, el camino, la verdad.
Edith Stein encontró la respuesta en la experiencia mística cuando se encontró con Cristo encarnado, cuando tuvo contacto con la realidad doliente del ser humano, y después, cuando Santa Teresa le habló y le debió decir, a través de su libro de la vida, que “Cristo va conmigo cabe mi derecha todos los días de mi vida” (esto lo imagino yo porque a mí sí que me llama la atención esta vivencia de Santa Teresa. Esta vivencia de Cristo encarnado que tenía la Santa igualmente debió impactar a Edith.
Para Edith Stein el descubrir la mística cristiana, a través de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, marca un hito en su vida que le abrió más aún el camino de la verdad. Y a mucha gente actual también, pues hay bastantes personas de nuestro tiempo que han sido influenciadas por estos santos. (Tengo observado que todo aquel que se acerca a Santa Teresa queda agarrado por ella).Si se ofreciera la sabiduría de la mística al mundo de hoy muchos encontrarían el sentido de su vida.
Quizás Edith sea un puente entre Santa Teresa San Juan de la Cruz y el hombre de hoy, ya que transmite la espiritualidad carmelitana a través de las claves actuales (filosofía, psicología, sociología y antropología), es una persona de nuestro tiempo que ha asimilado perfectamente a estos dos santos, nos trae sus valores, y por lo tanto nos puede ayudar mucho a vivir mejor nuestras vidas.
Toda su persona es un ejemplo desde cualquier punto de vista que se analice. Cuando estaba intentando centrarme en algún aspecto determinado de Edith me vinieron a la mente un montón de palabras que le pertenecen como parte de ella: Verdad, entrega, búsqueda, interior, centro, responsabilidad, persona, hombre, mujer, oración, Cristo, pueblo, ser, alma, familia, hermanos, madre, patria, lucha, amor, solidaridad, equilibrio, trabajo, razón, Iglesia, estudio, amistad, saber, espíritu, cuerpo, libertad, dignidad, etc. Todas estas palabras convergen y se podrían resumir en judía, mujer, atea, filósofa, psicóloga, antropóloga, pedagoga, convertida, cristiana, católica, carmelita, mártir y santa.
Desde todos estos ángulos podríamos ver innumerables aportaciones suyas al hombre de hoy día:
Por ejemplo la solidaridad. Compartió los problemas de sus contemporáneos, que eran bastante peores que los que los que podemos tener aquí y ahora (sobre todo en su caso concreto. Hizo suyo, como lo hizo el mismo Cristo, todo lo que de humano hay en la historia. Hizo suyos los acontecimientos históricos, tuvo actitud militante. Se siente a la vez prusiana y judía y profundamente alemana, y ella que tanto amaba a Alemania tuvo que morir víctima de quien se había apropiado de Alemania. En pleno nazismo aboga por una sociedad democrática donde nadie se vea excluido ni tenga que seguir ciegamente los dictados decididos por un poder autoritario. La libertad era para ella fundamental, es lo que define al ser humano.
Otra aportación muy característica de Edith Stein es la defensa de la mujer desde un feminismo humanista cristiano que la llena de significado. Conserva su esencia, decía que es preciso dejar la huella de la condición femenina en todo lo que hace una mujer. Le da verdadero valor, es una feminista que defiende lo específicamente femenino, no lo anula para igualarla con el hombre. Dice que la mujer puede cambiar para bien el mundo con su feminidad. El concepto de maternidad no lo cierra sólo al círculo de la familia o de los amigos personales, sino que se extiende allá donde haya pena o cansancio a ejemplo de la Madre de la Misericordia; y por eso ha de enraizarse en el amor divino, tan amplio como el mundo. Cree que Dios combate el mal a través del amor maternal de la mujer, (esta para mí es una aportación verdaderamente necesaria para el mundo y bellísima).
Para Edith S. La feminidad nos ofrece una misión excelsa: Llevar a plenitud los valores humanos que hay en uno mismo y en los otros. Dice que la misión de la mujer es: ”Ser instrumentos en las manos de Dios y realizar su obra en el lugar donde El nos coloca”. Si la cumplimos, entonces realizamos lo mejor de nosotras para nuestro ambiente y, por consiguiente, también para todo el pueblo”.( “ Valor de la feminidad para la vida del pueblo”)
Su preocupación por la mujer nace de la conciencia que tiene de la dignidad humana, la cual se basa en la afirmación del hombre como imagen de Dios o como ella solía expresar: El ser finito participa del ser eterno de Dios. Veía la maternidad como una participación en la obra creadora del Padre, de otra forma se desnaturaliza su valor original; sin embargo, hoy en día se la tiende a ver como una carga o como un problema que hay que evitar.
Para Edith Stein la misión-vocación de la mujer en el mundo es muy importante , dice que la ausencia de la mujer y de sus valores propios pone en peligro la realización de la misma humanidad, y también ayuda a comprender lo que el mundo y la Iglesia han perdido en su historia por mantener discriminada a la mujer,
Otra aportación de Edith Stein es su concepto de ser humano, este es un ser capaz de Dios.
Descubrió que la verdad del hombre existe, es real y que está en lo más profundo de cada persona y esto constituye su dignidad y la base de su felicidad y plenitud (esta es una aportación fundamental teresiano –sanjuanista). Hoy día en este mundo que vivimos aquí en Europa materialista, consumista y racionalista, la visión del hombre que nos ofrece Edith choca e interroga. Yo diría que da la respuesta al vacío existencial de esta forma de vida
El hombre occidental, el de aquí, vive en crisis y no lo sabe, busca y no sabe qué busca. Abunda el hombre light (palabra inglesa que significa ligero y se utiliza para definir todos los productos adelgazantes, en realidad le damos el significado de sin, todo sin ), como dice el psiquiatra Enrique Rojas :” El ocaso de los valores supremos es uno de los dramas del hombre actual, pero como este necesita del misterio y de la trascendencia, crea otros que, de alguna manera, llenen ese vacío en que se encuentra. Aparecen así el hedonismo y su brazo más directo: consumismo; permisividad y su prolongación: subjetivismo; y todas ellos unidos por el materialismo.
Vivir en la verdad y de la verdad conduce a una vida lograda, plena, profunda, repleta de esfuerzos, natural y sobrenatural a la vez, que mira al otro y cuyo objetivo lo constituyen unos valores para sacar lo mejor que hay dentro del ser humano ......En definitiva, una vida verdadera.
Aquellos que ni buscan ni aman la verdad denominan como tal a eso que tienen o el lugar donde se encuentran, van brujuleando o jugando con las palabras, arrimándolas a lo que más les conviene. Y ello por haber perdido el espíritu de lucha consigo mismo, con lo cual todo vale y es adecuado si a uno le gusta.”
Edith Stein nos da las claves para superar esto, para superar este hombre vacío, así nos dice:
“Para hacerse cargo del espíritu, del cuerpo y de cuanto nos rodea; antes de mandar sobre todo hay que disponer de uno mismo. Quien no consiga dominarse sufrirá la esclavitud de los impulsos propios y ajenos. Al hombre se le dona un ser en bruto para que haga del mismo una obra de arte. El hombre es responsable de lo que es y de lo que realiza, sus acciones le son imputables. Alude a la libertad que era, por decirlo así una de sus obsesiones o mejor dicho una de sus preocupaciones más importantes :”Renunciar a la libertad por miedo a la responsabilidad es favorecer la propia destrucción. Eludir la responsabilidad de las decisiones propias es ponerse en manos del imperialismo total o de la automatización degradante.
Para Edith hipotecar la libertad es un pecado capital.
Edith Stein busca el ser del hombre incansablemente. Angustiada por encontrar una respuesta unitaria y completa en la realidad esencial-existencial del hombre la llega a descubrir solamente en Jesucristo. Únicamente al que ama se le descubre el valor de una persona de forma total.
Así pues todo avance en el mundo de los valores es simultáneamente una conquista en el reino de la propia persona.
Para ella razón y libertad son los distintivos esenciales de la persona
La clave está en la unificación de la persona, pues favorece el equilibrio intrapersonal y las relaciones con los demás, así como la comprensión inteligible del universo entero.
Al hombre lo ve como un microcosmos que se constituye en caja de resonancia del macrocosmos, mas no de forma pasiva.
Nos dice que negar la libertad es menguar la posibilidad de ser y de ser persona. Y el nivel de libertad deberá medirse por el grado de disponibilidad que de sí mismo posee el sujeto, y no por los caprichos y veleidades que pueden darse en la persona.
Descubre en los místicos el mismo valor de libertad que tiene ella, pues sitúan la libertad en lo más profundo del hombre.
Para Edith el hombre es dueño de sus acciones si está centrado en su ser, en ese yo personal regido por el mundo de los valores. Dice Edith que se nos exige vivir en el profundo centro del alma.( transmitir este mensaje hoy es difícil, pues se vive en la superficie de todo).
El gran equilibrio que transmite Edith está basado en su cristocentrismo. Encontró que Cristo era el centro de su vida y esto llegó experimentándose a sí misma como persona, como un todo lleno de sentido; y así pudo comprender a los otros. A esto le ayudó Santa Teresa a través del libro de su vida, cuando lo leyó en 1921 encontró la clave que le hizo ver la identificación del centro del hombre y el centro del alma.
El cuidado de la interioridad es determinante en Edith y hoy día es la asignatura pendiente. Dice Edith Stein: ”Si llegamos a comprender que podemos construirnos una celda cerrada en nuestro interior y recogernos allí tan a menudo como sea posible, entonces en ningún lugar del mundo nos faltará nada. (carta a una amiga suya en 1938, Agnella Stadmüller, dominica ).
Pues bien , este hombre “no hueco”por dentro que está centrado porque está equilibrado, con diálogo interior y responsable de sus actos y libre, es el antídoto contra el hombre light actual.
La cultura light es una síntesis insulsa que transita por la banda media de la sociedad. Al tipo de persona así con esta forma de vivir superficial, no le interesa la verdad y , por tanto , no es libre.
Por otro lado tenemos que unir a esto el ateísmo como consecuencia del racionalismo absolutizado; aquí la razón se ha convertido en un dios. Edith Stein , sin embargo , nos dice que el hombre no se agota en su materialidad ni en su racionalidad, pues existe en el hombre otra dimensión interior que forma parte de sí mismo.
Por otra parte el pragmatismo absoluto de hoy día tampoco ayuda nada a que el hombre sea más pleno, más feliz: “Tanto tienes, tanto vales”,o lo que es lo mismo “ todo lo que hagas tiene que valer para algo, tiene que tener un precio reducido a dinero. Lo que no produce dinero no vale. Edith nos diría en este caso que para Dios las medidas humanas de grande o pequeño, de importante o sin valor, pierden todo su significado. La felicidad se encuentra no desde lo que se hace , sino desde lo que se es.
Otra ayuda que nos ofrece Edith, como no podía ser menos siendo hija de Santa Teresa, es indicarnos el camino de la oración para adentrarnos en la interioridad del hombre. En esta interioridad es donde está la clave de su realización personal y desde ahí ella es la dueña de su existencia. “Buscando su ser, el hombre está buscando la unión con Dios”.
Frente a la despersonalización solamente está la realización del individuo. Nadie ni nada tiene derecho a anular el carácter de individuo. Los fenómenos de masas son dañinos precisamente por eso, cosifican al hombre, deshacen el individuo. La política sabe muy bien que mientras menos individuos haya mejor, la masa no piensa, es más cómoda de llevar. Edith sufrió las consecuencias peores de esto, vio venir el desastre. Por eso debió hacer tanto hincapié en el valor del individuo, de la libertad y de la razón.
Para Edith el hombre es auténticamente un ser social y eclesial en la medida en que cumple con su misión: “Cumplir la misión” es otro gran mensaje de Edith, para ella cada uno tiene una razón de ser, una misión encomendada por Dios que cada cual debe descubrir.
Frente a la falta de esperanza dice que hay que rescatar a la persona, hacerle caer en la cuenta de que tiene que prestar atención a su interioridad y desarrollarla. Tomó la vida descubriendo en lo cotidiano un motivo para ser feliz, como una “continua novedad regalada”.
En resumidas cuentas, VERDAD Y LIBERTAD son dos valores fundamentales de Edith Stein que nos transmite y que nos vienen como anillo al dedo en el mundo de hoy y aquí.
La búsqueda de la verdad es una pasión por la libertad y sus consecuencias. Aspirar a ella es ir hacia lo mejor de nosotros mismos y de lo que nos rodea.
El problema está en ¿A quién le interesa la verdad?.
En la verdad está la clave de lo que se necesita hoy. (Y siempre).
AUTOR: María Jesús Martinez Casado