El melocotón | Analogía de Teresa de Lisieux

melocotonAl verse en tan gran pobreza, esas pobrecitas almas tienen miedo, les parece que no sirven para nada, puesto que reciben todo de los demás y no pueden dar nada. Pero no es así: la esencia de su ser trabaja en secreto. Jesús forma en ellas el germen que ha de desarrollarse...

 


 

Imagínate un hermoso melocotón rosado, y tan suave, que todos los confiteros juntos no podrían imaginar una dulzura más suave.

Dime, Celina mía: ¿creó Dios para el melocotón ese bonito color rosa tan aterciopelado y tan agradable a la vista y al tacto? ¿Gastó Dios para él tanto azúcar?.. No, fue para nosotros, y no para él. Lo que le pertenece, lo que forma la esencia de su vida es el hueso, podemos quitarle toda su belleza sin quitarle su ser.

Del mismo modo, Jesús se complace en prodigar sus dones a algunas de sus criaturas, pero muchas veces es para atraer a otros corazones; y después, cuando ha obtenido su fin, hace desaparecer esos dones exteriores, despoja completamente a las almas que le son más queridas.

Al verse en tan gran pobreza, esas pobrecitas almas tienen miedo, les parece que no sirven para nada, puesto que reciben todo de los demás y no pueden dar nada. Pero no es así: la esencia de su ser trabaja en secreto. Jesús forma en ellas el germen que ha de desarrollarse allá arriba, en los celestes jardines del cielo. Se complace en mostrarles su propia nada y la potencia de él. Para llegar a ellas, se sirve de los instrumentos más viles demostrándoles así que solo él es quien trabaja. Se da prisa en perfeccionar su obra para el día en que, habiéndose desvanecido las sombras, ¡no se servid yJ. de intermediarios, sino de un cara a cara eterno! ... "

(Carta 127, a Celina, Ed. Monte Carmelo, 1984, págs. 514-515)