El Capítulo General de los Carmelitas Descalzos, abril de 1961, pidió al Definitorio General que, en nombre de todo el Capítulo, elevase al Romano Pontífice un voto pidiendo la inclusión del nombre de San José en las oraciones de la Misa. El 16 de julio de 1962...
El 1 de mayo se publicó el decreto de la Congregación para el Culto Divino, incluyendo el nombre de San José en las plegarías eucarísticas II, III y IV, siempre detrás de la mención a la Virgen María y antes de los apóstoles. La inclusión del nombre de San José en el canon de la Misa era una novedad que rompía con el silencio de siglos y que se debía, naturalmente, a la genialidad de Juan XXIII y a la devoción cordial que tenía al esposo de María, y así lo reconoce el Decreto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. En la Iglesia católica, los fieles han manifestado siempre una devoción ininterrumpida hacia San José y han honrado de manera constante y solemne la memoria del castísimo Esposo de la Madre de Dios, Patrono celestial de toda la Iglesia, hasta tal punto que el ya Beato Juan XXIII, durante el Sagrado Concilio Ecuménico Vaticano II, decretó que se añadiera su nombre en el antiquísimo Canon Romano.
La decisión de Juan XXIII, al que la Revista Estudios Josefinos, con motivo de su muerte, define como el "papa más josefino del siglo", es el triunfo de una campaña iniciada en enero de 1961, cuando, ante el anuncio de la convocatoria del Concilio Ecu¬ménico Vaticano II, los Directores del Centro de Investigación y Documentación del Oratorio de San José de Montreal (Canadá), padres Roland Gauthíer, C. S. C. y Guy-M. Bertrand comunican a los otros dos Centros josefinos del mundo, el de Valladolid (España), dirigidos por los PP. Carmelitas Descalzos, y el de Viterbo (Italia), hacer una a petición al Papa para incluir a San José en el canon de la Misa. A partir de aquí se organizó una campaña entre el episcopado mundial recabando apoyos para dicha petición.
El Capítulo General de los Carmelitas Descalzos, abril de 1961, pidió al Definitorio General que, en nombre de todo el Capítulo, elevase al Romano Pontífice un voto pidiendo la inclusión del nombre de San José en las oraciones de la Misa. El 16 de julio de 1962 el Definitorio envía una carta a Juan XXIII pidiendo la ampliación del culto a san José en la liturgia. Entre las razones que daba a favor de dicha petición estaba: la singular devoción de Juan XXIII a San José, demostrada, "en los breves años de su Pontificado", en el continuo recuerdo de San José en su alocuciones, así como haber dedicado al Santo un altar en la Basílica de San Pedro y haberle declarado del patrón del próximo Concilio Ecuménico. Señalaban la veta josefina de la Reforma Teresiana: "Permítasenos, por tanto, en este cuarto centenario de la Reforma teresiana, cuyos fundamentos se pusieron, por inspiración divina, bajo la advocación y protección de San José, el defender y propugnar la gloria del Esposo de la Virgen, pues tenemos la seguridad de que todo esto redundará en gloria del mismo Dios que para alabar en él las grandezas de su bondad enriqueció con tantas gracias y méritos al Padre nutricio de Cristo". Como argumento teológico para avalar dicha petición señalaban la "excepcional dignidad" y "la providencial ordenación de San José a la obra redentora de Jesús y de María, así como su eminente santidad". Con "grande alborozo" se recibió en el Centro Josefino de Valladolid la noticia de la inclusión del nombre del San José en el canon de la Misa, a partir del día 8 de diciembre. En respuesta a esta concesión el P. José Antonio del Niño Jesús, Provincial de Castilla, y fundador del movimiento josefino radicado en la comunidad de San Benito de Valladolid dirigió a Juan XXIII un telegrama agradeciéndole esta iniciativa.
AUTOR: Luis Javier Fernández Frontela
TOMADO DE: http://www.carmelitasdescalzos.com