Corona de Adviento

corona-de-advientoRecordamos la larga espera de la Humanidad que, cayendo en pecado, vivía en oscuridad. El Pueblo de Israel recibió de Dios la promesa y los profetas la mantenían viva en los corazones. Nosotros utilizamos la “corona de adviento” para significar nuestra actitud...

 


 
Es un círculo de follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas: verde, morada, blanca y roja. Cada Domingo de adviento una vela nos indica la cercanía de la Navidad. Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo hacemos en las eucaristías de Adviento. Si no hay velas de esos colores aun se puede hacer la corona ya que lo mas importante es el significado: la luz que aumenta con la proximidad de Aquel que es la Luz del Mundo.

Origen: La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos. Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera, representa el ruego al sol para que regresará con su luz y calor. Pero la corona de adviento no representa una concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización de la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. Él vino para hacer todas las cosas nuevas.

Nueva realidad: Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Juan 8,12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.». Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: Mateo 5,14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte."

En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para celebrar el adviento: Aquellas costumbres contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.

Las ramas de verde perenne recuerdan que Jesús es la vida eterna, Cristo está vivo entre nosotros. En los países fríos se escogen ramas de los árboles que no pierden sus hojas en el invierno, para simbolizar que Dios no cambia.

El círculo es la figura geométrica perfecta, significa que Dios no tiene principio ni fin, refleja su unidad y eternidad.

Recordamos la larga espera de la Humanidad que, cayendo en pecado, vivía en oscuridad. El Pueblo de Israel recibió de Dios la promesa y los profetas la mantenían viva en los corazones. Nosotros utilizamos la “corona de adviento” para significar nuestra actitud despierta, ilusionada, comprometida. Queremos dejarnos iluminar, porque el origen de la energía no está dentro, sino fuera de nosotros. Hay un monte alto y en él una hoguera misteriosa. Queremos dejarnos iluminar y que todas nuestras lámparas queden encendidas hasta que nosotros mismos podamos llegar a ser luz, por el bautismo, estamos llamados a ser profetas y anunciar el reino de Dios. Es así que nosotros, en Cristo, somos luz.

PRIMERA SEMANA
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,...
LECTOR: "En los días de adviento, recordamos nuestra espera en la liberación del Señor. Siempre necesitamos su salvación. En torno a esta corona recordaremos su promesa.
Lectura bíblica Isaías 9,1-2:
El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo botín.

Bendición de la corona

La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que vivimos en las tinieblas del pecado. Ahora que vamos a comenzar el tiempo de Adviento, tiempo de preparación para la venida de Jesucristo, te pedimos, Señor, que bendigas esta corona y mientras se acrecienta cada semana su esplendor, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de Aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará toda oscuridad. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
(Se enciende la primera vela: verde).

El Adviento es tiempo de espera, de estar vigilantes. Todas las esperas se hacen largas pero son necesarias. La espera paciente enraíza la fe, fortalece la esperanza y agranda el amor. La espera paciente hace valorar más lo que se espera, a la vez que capacita para recibirlo. La espera paciente agranda la misma capacidad. Simeón era hombre justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel. como el pueblo judío, ansiaba la venida del Salvador, rezaba, meditaba y se dejaba llevar por el Espíritu.
Tiempo de silencio.
Canción:

SEGUNDA SEMANA
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,...
Lectura bíblica: Isaías 40,3-5
Una voz clama: en el desierto abrid camino al Señor, trazad en la estepa una calzada recta a nuestro Dios. Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; vuélvase lo escabroso llano, y las breñas planicie.
(Se encienden dos velas: verde y morada).
El Adviento es tiempo de conversión, de cambio de formas y mentalidad, lo que supone sacrificio, penitencia. Juan es signo vivo de conversión y preparación: su ejemplo, su palabra, sus gestos. El hombre que venía del desierto entraña un estilo de vida nuevo, era el hombre quemado por el fuego del Espíritu; era el hombre que se alimentaba de Espíritu y de esperanza; era el hombre de la verdad y la justicia; era un hombre que creía en el poder de Dios: sabía que Dios convertiría los corazones de piedra en corazones de carne, que del tronco seco y estéril podía hacer que brotaran retoños nuevos y fruto abundante. Convertirse no es un retoque de estilo, es un cambio radical del ser; convertirse es dejar de vivir para las cosas, para sí mismo y vivir para Dios.
Tiempo de silencio.
Canción

TERCERA SEMANA
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,...
Lectura bíblica Filipenses 4,4-6:
"Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna; antes bien en toda ocasión presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias".
(Se encienden tres velas: verde, morada y blanca).

El Adviento es tiempo de gozo, de alegría, es una espera confiada. En el ambiente duro y depresivo por el destierro prolongado, surge un profeta que levanta el ánimo de los creyentes. Sus palabras llenan el corazón: “ sed fuertes, no temáis. La pena y la aflicción se alejarán”. Necesitamos profetas que nos levanten, que nos anuncien la verdadera alegría; no es una alegría pasajera, es algo más hondo que transforma y fortalece. Es la alegría del que se sabe definitivamente salvado, del que se sabe continuamente acompañado.

Teresa del Niño Jesús nos habla de “una felicidad que sobrepasa todos los goces de la tierra” a veces sentida de manera extraordinaria, preferible a mil años de alegrías del mundo: “nada, nada me inquieta, nada puede turbarme, más alto que la alondra sabe volar mi alma. Encima de las nubes el cielo es siempre azul, y se tocan las playas del reino de mi Dios. Espero en paz la gloria de la celeste patria, pues hallo en el copón el suave fruto: ¡el dulcísimo fruto del amor!.
Tiempo de silencio.
Canción

CUARTA SEMANA
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,...
Lectura bíblica I Tesalonicenses 3,12-13:  "Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre".  
(Se encienden las cuatro velas: verde, morada, blanca y roja).

El Adviento es tiempo de preparación para recibir el Amor hecho niño. El amor enriquece, orienta y alimenta la esperanza. El amor hace la espera más desinteresada, más abierta, más limpia, más fuerte. Esperamos lo que amamos y, según va creciendo el amor, crece también la esperanza. El amor todo lo espera. Pero no es nuestro amor el que celebramos sino el amor de Aquel que nos amó primero, del que nada ni nadie podrá ya separarnos. El amor en María se hace disponibilidad total hacia el otro, hacia Dios; se ha vaciado de sí misma y vive para el Amor que le vive dentro. Esta disponibilidad se hace acogida  cálida, como el surco bueno y entrega al cuidado y servicio de la Palabra, sin condiciones ni límites
Tiempo de silencio. Canción

 

TOMADO DE: http://carmiseuropa.org