JUNTOS ANDEMOS, SEÑOR
Documento conclusivo 92° Capítulo General de la Orden de los Carmelitas Descalzos
Roma, 30 agosto – 14 septiembre 2021
Proemio
1. Con este documento queremos ofrecer a la Orden las prospectivas para el camino del próximo sexenio, nacidas del Capítulo General, que se ha puesto en continuidad con el trabajo de la Orden de los últimos decenios. En efecto, desde el documento Volver a lo esencial (2003) se ha articulado una reflexión sobre como nuestro carisma pueda responder a los múltiples requerimientos del contexto actual, tanto social como eclesial, y sobre lo que puede ayudarnos a revitalizar nuestra vida carmelitana.
“Todos estamos en la misma barca” nos recordaba el papa Francisco en la oración en tiempo de pandemia del 27 de marzo de 20201, una experiencia que nos lleva a compartir la desorientación y las limitaciones de muchos hermanos y hermanas, y que por otra parte contiene la gracia “oscura” de hacernos percibir que solo en el cuidado y en el crecimiento de la comunión entre nosotros existe la posibilidad de vivir una vida buena incluso en tiempos tan difíciles2.
Debemos caminar, no podemos dejar de hacerlo, pero el camino ya no puede ser hoy individual o de pequeños grupos homogéneos: ¡Juntos andemos, Señor! Podemos esperar avanzar en la realización de nuestra misión, sobre todo en este tiempo tan particular, si recuperamos con fuerza la referencia al Señor: compañero de camino3, fuente de la comunión entre nosotros, amigo en el cual todos somos amigos entre nosotros4, fundamento de nuestras vidas. Podremos hacerlo en verdad si estamos verdaderamente “juntos” por encima y más allá de las múltiples distinciones y distancias que aún nos caracterizan. A esto nos exhorta aún hoy santa Teresa5, y también san Juan de la Cruz, que nos dice que el Verbo Hijo de Dios nos ha sido dado como hermano, compañero y maestro, premio y corona.
La Declaración sobre el carisma, o la comprensión creciente de nuestra identidad
2. El sexenio apenas concluido nos llevó a los frailes a reflexionar y trabajar en las Constituciones, el texto base de nuestra legislación, con la intención explícita de llegar a una mejor comprensión de nuestra identidad de Carmelitas descalzos hoy. Este trabajo ha sido el fruto y la consecuencia natural de lo que hicimos en la preparación del quinto centenario del nacimiento de Teresa: la relectura sistemática de sus obras nos ha impulsado a encontrar el modo para reapropiarnos y expresar de nuevo la riqueza de nuestro carisma en el contexto actual del mundo y de la Iglesia.
“Las Constituciones son la expresión concreta del carisma en el tiempo presente y contienen los elementos fundamentales que lo componen, así como las indicaciones prácticas, incluso jurídicas, que permiten vivirlo” 6. El esfuerzo realizado en esta relectura ha permitido poner de relieve una brecha entre el ideal que proponen las Constituciones y la realidad concreta y ordinaria de nuestra vida religiosa. En el Definitorio Extraordinario de Goa en febrero de 2019 se encontró en el instrumento de la “Declaración sobre el carisma” el modo apropiado para elaborar un texto que recoja sintéticamente los elementos esenciales del carisma, con el objetivo de que sea un estímulo para la renovación interna de la cual se siente necesidad y que sea la guía para una clara propuesta de nuestra identidad carmelitana a nuestros jóvenes y a los que se acercan a nuestros conventos con una pregunta vocacional.
Necesitamos transformar nuestro modo de vivir para que pueda ayudarnos a crecer hacia el ideal carismático que nos ha sido dado7.
3. La propia experiencia de Teresa nos ofrece una comprensión del carisma que podríamos definir como progresiva: nivel personal (el encuentro con las llagas de Cristo), nivel comunitario (San José), nivel eclesial (fundación de los frailes y de otros monasterios), nivel misionero/mundial (el anhelo por la salvación de los indios). Cada momento de este desarrollo ha implicado para Teresa la revisión del modo práctico de vivir su intuición original y ha ido acompañado por una progresiva maduración de la experiencia de la intimidad con Dios, hasta llegar al matrimonio espiritual. En varias ocasiones en sus escritos Teresa nos ofrece páginas de reflexión sobre quien es la carmelita, su función en la Iglesia, su atención al mundo contemporáneo, casi movida no solo por la necesidad de explicar el nuevo tipo de vida que está inaugurando sino también por la conciencia de la dinamicidad intrínseca de la apropiación del propio carisma.
4. Los elementos fundamentales de nuestro carisma (oración, vida fraterna, misión) tienen un fuerte principio de unidad e interdependencia recíproca. Para ser carmelita descalzo hoy en los diversos contextos socio-culturales con los cuales la Orden ahora se confronta cotidianamente, el reto que tenemos delante es precisamente el de no perder esta unidad y descubrir modos apropiados de encarnación en los diversos contextos vitales. El recorrido no resulta fácil, a causa de la multiplicidad de impulsos hacia una definición de nuestra identidad que proceden de otras instancias que no son propiamente las carismáticas. ¿Qué es ser carmelita descalzo? ¿Qué es lo que lo caracteriza? ¿Cuál es su relación con la misión y vida de la Iglesia?: hemos caído en la cuenta de que si bien a nivel teórico tenemos aún una cierta unidad de visión, en la práctica de vida, en el modo de aceptar compromisos (pastorales, apostólicos, misioneros, acciones sociales), de organizar la vida (economía, estructura de la comunidad), de pensar la relación entre nosotros a varios niveles (comunitario, provincial, con la Orden), las diferencias son múltiples y comportan el riesgo de socavar a nivel carismático nuestra verdadera identidad y la unidad de nuestra familia religiosa.
5. La Declaración sobre el carisma es el instrumento que el Capítulo General ofrece a la Orden para que, discutiéndolo y haciéndolo fructificar en nuestras comunidades, podamos crecer en el conocimiento del carisma y proponerlo a nuestro mundo de hoy.
Se trata de un documento dinámico, punto de partida para múltiples profundizaciones ulteriores. El Capítulo General ha trabajado también en posibles pistas de aplicación del texto como, por ejemplo: reflexiones a nivel comunitario y provincial guiados por fichas adecuadamente preparadas, elaboración de recorridos para la animación vocacional y la formación inicial, profundización de aspectos específicos investigando el gran patrimonio de los escritos de nuestros santos, texto base para una reflexión sobre el carisma guiado a nivel provincial o regional entre frailes, monjas y miembros de la Orden Seglar, pensar conjuntamente estrategias de inculturación del carisma en áreas geográficas comunes. Un rol importante en este trabajo podrían tenerlo las Conferencias regionales de superiores.
6. Con claridad el Papa Francisco en la audiencia del 11 de septiembre nos ha recordado cual es nuestro carisma “propio” y lo que la Iglesia espera de nosotros, ayudándonos a encontrar el justo equilibrio y la interconexión entre los elementos fundamentales de nuestro carisma, y la relación correcta entre contemplación y apostolado. “La vida carmelita es una vida contemplativa. Este es el don que el Espíritu ha otorgado a la Iglesia con santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, y luego con los santos carmelitas que son tantos. Fiel a este don, la vida carmelita es una respuesta a la sed del hombre contemporáneo, que en el fondo es sed de Dios, sed de eterno: y el hombre contemporáneo tantas veces no lo entiende, lo busca por doquier. La vida carmelita está al abrigo de psicologismos, espiritualismos o falsas actualizaciones que esconden un espíritu de mundanidad. Vosotros conocéis la tentación de los psicologismos, de los espiritualismos y de las actualizaciones mundanas: el espíritu de la mundanidad. Y en esto os pido, por favor: cuidado con la mundanidad espiritual, que es el peor mal que le puede pasar a la Iglesia.”. Y el Papa nos ha dicho también: “La amistad con Dios madura en el silencio, en el recogimiento, en la escucha de la Palabra de Dios; es un fuego que hay que alimentar y custodiar día a día. El calor de este fuego interior también nos ayuda a practicar la vida fraterna en comunidad. No es un elemento accesorio, sino sustancial.
Vuestro propio nombre os lo recuerda: “Hermanos descalzos”. Arraigados en vuestra relación con Dios, la Trinidad del Amor, estáis llamados a cultivar las relaciones en el Espíritu, en una sana tensión entre estar solos y estar con los demás, a contracorriente del individualismo y la masificación del mundo. […] La Santa Madre Teresa nos exhorta al “estilo de fraternidad”, “el estilo de hermandad”. Es un arte que se aprende día a día: ser una familia unida en Cristo, “hermanos descalzos de María”, con la Sagrada Familia de Nazaret y la comunidad apostólica como modelos.” 8.
Los contextos en los cuales ”aventuramos la vida”9
Contextos que requieren una interculturalidad perseguida
7. El Capítulo General es siempre una ocasión para tener una visión de la Orden en su conjunto. La asamblea capitular refleja ya desde hace tiempo esta amplia difusión de la Orden en el mundo, con una participación cada vez mayor de hermanos provenientes de África y Asia. Además, una mirada a las estadísticas (cfr. Conspectus Ordinis Carmelitarum Discalceatorum OCD 2021) confirma claramente la tendencia de crecimiento de la Orden en estos dos continentes (sobre todo en África), como demuestran igualmente las proyecciones más recientes sobre la difusión del cristianismo a nivel planetario10.
Si como Orden nos miramos en el espejo descubrimos que nuestro rostro está cambiando muy rápidamente, ya es un dato incontrovertible que la experiencia fundada por Teresa ha puesto raíces en lugares y culturas muy lejanas al contexto originario de nacimiento del carisma. Por una parte, este dato no puede sino alegrarnos porque estamos realizando en concreto y con resultados importantes el deseo misionero que habitó en el corazón de la santa Madre y de los que han realizado desde los orígenes de la Orden esta concretísima y afortunadísima obra misionera (Jerónimo Gracián, Juan de Jesús María, Tomás de Jesús…). Por otra parte, no podemos esconder que esta rápida evolución nos plantea el reto de la interculturalidad. Se trata de empezar a pensar en las varias culturas de las cuales cada uno de nosotros es portador como lugares en los cuales el carisma toma cuerpo en el mundo. Esto se obtiene superando todo lo que nos impide entrar en la verdadera fraternidad, que se funda solo en la llamada del Señor y en la pertenencia a una misma familia religiosa, antes y más allá de la pertenencia cultural de nacimiento11.
8. Hasta la fecha la Orden no ha sido capaz de entrar en un modo diverso de verse y de pensarse. La relación entre las respectivas culturas de origen parece que se puede realizar en la lógica de “o o” en lugar de la de “y-y”. El reto de la inculturación parece quizá nuevo en los términos en los que lo percibimos, pero es antiguo como el cristianismo: es el mismo reto de pensar en la misión de la Iglesia en su relación con el exterior (mundo pagano y mundo hebreo de origen) y en su interior mismo (primer Concilio de Jerusalén)12.
9. La Orden tiene sin lugar a dudas en su favor alguna experiencia positiva de interculturalidad, pero la mayoría de las veces producen desgraciadamente resultados poco satisfactorios; la colaboración entre hermanos provenientes de diversos espacios culturales ordinariamente no se ha convertido aún en un recurso fecundo13. En Occidente con frecuencia es vista y vivida bajo la lógica restrictiva de la ayuda en una situación difícil (y esto indistintamente para comunidades de frailes y monjas). Este acercamiento ”utilitario” impide un verdadero proceso de reelaboración cultural y queda por tanto demasiado expuesto a ser una simple yuxtaposición que no logra encontrar su elemento de síntesis generadora. El mismo desafío de la interculturalidad está presente también en otras partes del mundo, donde dinámicas extrañas a la lógica de la vida religiosa (como el tribalismo o el mantenimiento de estructuras sociales de castas) comportan el gran riesgo de herir el tejido fraterno y de vaciar el sentido de pertenencia a una única familia nueva, la del Carmelo. Estas reflexiones sobre la interculturalidad conducida ad intra, es decir dentro de nuestras dinámicas comunitarias, nos puede ofrecer instrumentos preciosos para llevar una palabra ad extra, a nuestras sociedades que cada vez experimentan más dificultades en la gestión del reto de la inculturación y de la integración de quien es visto como extranjero.
10. Existe un horizonte ulterior de interculturalidad en el cual estamos inmersos y que nos interpela fuertemente: el cambio de época que está afectando a la Iglesia entera14. No es solo la delicada actualización/adaptación de las estructuras existentes, no es solo el cambio generacional entre ancianos y jóvenes, cosa que cada institución y sociedad ha conocido desde siempre, es algo mucho más profundo y en cierto modo dramático: el desafío de no dejar que nuestra vida se vuelva completamente afónica, incapaz de pronunciar una palabra y por tanto, en el lapso de no mucho tiempo, condenada a una absoluta falta de esencialidad. ¿Cómo salir al encuentro de los jóvenes en el mundo de hoy, qué propuestas hacer que ellos puedan acoger, cómo renovar las categorías con las cuales pensamos la experiencia cristiana y carmelitana para que estas puedan ofrecer verdaderamente alimento y sentido a las nuevas generaciones de nuestra sociedad globalizada, digital y desoladamente masificada? Aceptar el desafío de la interculturalidad quiere decir el tener la valentía de plantearse estas preguntas e intentar encontrar respuestas, parciales y frágiles, pero respuestas al fin y a cabo que resistan al pensamiento común dominante para testimoniar que hay Alguien que da sentido al vivir y orienta hacia el bien los pasos del hombre.
El éxito de la reforma teresiana está, en buena medida, en haber logrado identificar en la crisis eclesial y social de su tiempo palabras, categorías, modos de proponer nuevamente a sus contemporáneos el modelo de una nueva posibilidad de vida salvada que ella misma había fatigosamente recibido dejándose atraer hasta la relación esponsal con el Señor.
Sectores prioritarios de aplicación existencial
Formación
11. En varios momentos de la discusión capitular ha surgido como el recurso que puede ayudarnos en este camino a emprender juntos y con el Señor hoy, es el de la formación, es decir, los instrumentos de crecimiento (intelectual, espiritual, humano) que acompañen de cerca y en modo constante nuestra vida, que puedan estar junto a la imprescindible confrontación con los “amigos de Dios “, como los llamaba Teresa. Vivir un camino de real formación permanente quiere decir, en efecto, no solo instruirse sino salir cada vez con más decisión de la autoreferencialidad, como nos ha enseñado claramente Juan de la Cruz: “El alma sola, sin maestro, que tiene virtud, es como el carbón encendido que está solo: antes se irá enfriando que encendiendo” (Dichos de luz y amor, 7). Finalidad de la formación permanente es encender el fuego y ayudarnos a progresar en el lento camino de conversión y transformación interior del cual nos hablan con fuerza nuestros santos, que hoy es quizás el primer correctivo respecto a la mundanidad espiritual de la que nos habló el Papa Francisco15.
12. Los religiosos jóvenes (con pocos años de profesión y/o ordenación) que fueron invitados en el tercer día de trabajo capitular nos han dicho unánimemente que una de las necesidades que personalmente sienten y que ven en su entorno (¡por tanto en nuestras comunidades!) es el de un serio camino de formación permanente que pueda ayudarnos a recuperar la mirada lúcida y profética sobre el presente y a superar cada vez más la incoherencia entre lo que decimos ser y lo que somos en la vida práctica. Si bien vinieron de diversas partes del mundo, su voz resonó al unísono en este punto: ¡el haber tenido la ocasión de escucharlos ha sido interesante e incluso muy provocador!
13. Si la formación es el instrumento príncipe con el cual se custodia la propia vocación, recorridos de crecimiento humano y espiritual son muy necesarios hoy en un mundo invadido por los social media, que tienen un fuerte poder de persuasión, que es sin embargo subversivo respecto a las estructuras de base sobre las que se apoya nuestra vida (silencio, oración, vida fraterna, tiempo para el estudio y el trabajo). El estar continuamente conectados no solo lleva constantemente hacia ”otros mundos“ respecto al que habitamos físicamente, sino que comporta el riesgo a largo plazo de vaciar de sentido (y por consiguiente de hacer ‘inútiles‘, hasta que finalmente no se viven ya más...), estos gestos simples y ordinarios a través de los cuales construimos nuestra vida como religiosos carmelitas descalzos. En este campo, la formación no debería buscar principalmente ni únicamente la apropiación de una conciencia y de un uso adecuado de estos instrumentos, sino más bien darnos la capacidad de estar en modo consciente en la sociedad digital, de la cual no podemos alejarnos, sino que somos llamados a no abdicar pasivamente ante ella.
14. Un compromiso para el próximo sexenio deberá ser el de actualizar la Ratio institutionis. Si bien el texto fue aprobado en modo definitivo en el año 1992 y ha ayudado con provecho a formar una numerosa generación de Carmelitas Descalzos en los años del postconcilio, aparece hoy necesitado de una profunda actualización, sea porque fue producido antes de la amplia reflexión que la Iglesia ha elaborado sobre la vida religiosa en estos últimos 30 años, sea para recibir con mayor atención el desarrollo de los resultados obtenidos hoy por las ciencias humanas y sociales, sea porque ha sido redactado antes de la llegada de Internet y de los teléfonos móviles, que inevitablemente indican una línea divisoria entre el mundo que existía antes y el que ha venido después. Hoy no podemos ya pensar el recorrido de la formación inicial sin considerar que los jóvenes y las jóvenes que se presentarán con un interés vocacional son nativos digitales.
15. La reflexión capitular sobre la Ratio ha permitido ampliar los horizontes dentro de los cuales comprender el documento y su uso: no ya solo con indicaciones para el correcto desarrollo de las etapas de la formación inicial (desde el discernimiento vocacional hasta la profesión solemne), sino con instrumentos para la organización de las actividades de animación vocacional y sugerencias para los recorridos de formación específica para los jóvenes profesos y para todos los miembros de la Orden. Quedan por integrar en la Ratio también las nuevas sensibilidades a las cuales la Iglesia nos pide prestar atención especial en nuestro tiempo, como la atención al cuidado de la creación en el horizonte de la ecología integral y la prevención de cualquier forma de abuso, especialmente a menores y adultos vulnerables.
16. El compromiso por una reflexión y una reescritura de la Ratio debería ayudarnos a redescubrir el gusto por la formación que puede enriquecer no solo a cada uno de nosotros sino también a la comunidad en su conjunto. Sabemos lo importante que es para la Orden el fuerte compromiso por la formación inicial, pero igualmente grandes son los desafíos: activación de experiencias vitales que puedan verdaderamente ayudar a nuestros jóvenes a crecer; formación e inversión en este campo de religiosos cualificados; creación de comunidades que sepan formar a través de la práctica de la vida. Volver a trabajar en la Ratio puede permitir prepararnos de modo adecuado a estos desafíos, porque vemos claramente que los jóvenes poco formados no lograrán sostener plenamente lo que se les pedirá vivir y religiosos poco formados no sabrán responder a las expectativas de la Iglesia y a los desafíos del mundo globalizado.
La unidad de la Orden
17. Las limitaciones ligadas a la pandemia han impedido que el Capítulo invitase a representantes de nuestras hermanas monjas y de los laicos de la OCDS, y esto se ha sentido como una pérdida en el recorrido de la reflexión común sobre el camino que tenemos ante nosotros como Orden.
Somos una sola familia compuesta por frailes, monjas y seglares (CC 103), y este rasgo sobre todo hoy debe ser nuevamente puesto en primer plano. En una época donde la experiencia humana parece reducida a una simple sucesión de fragmentos desconectados entre sí, el testimonio de una profunda unidad basada en la experiencia de Dios que se articula en estados diversos de vida es un testimonio formidable para nuestro mundo. Pero para recuperar el sentido verdadero y profundo de este caminar juntos al cual hemos sido llamados, debemos una vez más liberarnos de una comprensión miope y demasiado ’sectorial’ de lo que somos y de las relaciones entre las tres ramas de la Orden.
18. La Iglesia nos está pidiendo desde hace tiempo que pensemos en formas de comunión más explícita entre nuestras realidades, en modos nuevos de vivir las relaciones y mirar al futuro en una colaboración de proyectos y de conocimiento reciproco más estrecho que nos lleve a ver más allá de los confines, que en ocasiones se han convertido en demasiado angostos, de nuestras realidades particulares. Es el camino propuesto a los monasterios con los últimos documentos dedicados a la vida contemplativa femenina Vultum Dei quaerere y Cor Orans, que han impulsado a los monasterios a unirse en Federaciones para tener un espacio de intercambio, de ayuda, de pensamiento cada vez más común. Incluso la Orden Seglar ha iniciado en varias regiones lingüísticas del mundo caminos de comunión que han dado frutos importantes en el sexenio pasado, como la elaboración de programas de formación comunes a varias circunscripciones. En el Capítulo se ha tenido una primera reflexión sobre como valorar mejor el trabajo de las Conferencias regionales de Superiores para favorecer la comunión de las diversas Circunscripciones de la Orden entre sí y con el centro de la Orden.
19. Nuestra sociedad, que ha convertido en un mito la autonomía de la persona y su autodeterminación absoluta e intocable, no ayuda a recuperar el sentido de una pertenencia familiar, de un vínculo comunitario más amplio dentro del cual la persona puede encontrar un verdadero espacio de vida16. Y, sin embargo, precisamente aquí se juega el desafío de la reforma de Teresa: construir comunidades de amigos, donde las personas puedan no solo conocerse sino también ayudarse recíprocamente en el progreso en su respuesta personal al Señor (V 16,7).
20. Los impulsos centrífugos que cada vez ponen más en riesgo esta unidad de fondo de nuestro ambiente de vida son múltiples y en poco tiempo han llevado con frecuencia a un debilitamiento no solo de los vínculos entre las personas dentro de una misma comunidad, sino también de los vínculos de las comunidades con el horizonte provincial y de las Circunscripciones con el centro de la Orden. Parece que la referencia a la institución superior sea con frecuencia sentida como una atadura que complica, que no ofrece posibilidad de expresión, que quita espacios de vida. El debilitamiento sutil pero constante de estos vínculos de pertenencia recíproca es un debilitamiento ulterior que estamos desgraciadamente viviendo. La reflexión que hemos llevado a cabo en el sexenio precedente sobre nuestras Constituciones pretendía precisamente ofrecernos la posibilidad de comprender la fecunda interconexión testimoniada en nuestras leyes, que existe dentro de la rama masculina y que después se extiende a las otras dos ramas de la Orden, a los Carmelitas (OCarm) y a todas las múltiples experiencias religiosas y laicales que han nacido de la raíz del carisma carmelitano en los últimos años.
Una ocasión especial
21. En el año 2023 y en el año 2025 caen respectivamente el 150 aniversario del nacimiento de santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz y el centenario de su canonización, dos aniversarios importantes para nuestra Orden. Estos acontecimientos nos dan incluso la ocasión de un diálogo específico con el mundo contemporáneo. La UNESCO ha acogido la petición del gobierno francés de insertar el nombre de Teresita entre las personalidades que han dado una contribución significativa al desarrollo de la humanidad, y de las cuales la UNESCO celebrará a nivel mundial el aniversario de su nacimiento (2023). La UNESCO es un organismo internacional aconfesional y pide que alrededor de la figura de Teresa se organicen eventos culturales que puedan mostrar en particular su contribución al rol de la mujer en las instituciones religiosas, en la lucha contra la pobreza y en la promoción de la inclusión. Dichas perspectivas de pensamiento y de reflexión sobre la figura de Teresa son nuevas respecto a las categorías con las cuales la hemos pensado normalmente, y nos ofrecen la posibilidad de un contacto amplio con nuestro mundo contemporáneo.
Conclusiones
22. “¿Qué haces aquí, Elías?” (1Re 19,9a.13b). Habíamos iniciado el Capítulo General con esta pregunta planteada por la reflexión de Mons. Libanori, sj, pregunta planteada al hombre de Dios en el momento de su máximo desplome interior, cuando todas sus expectativas habían sido revolucionadas por la confrontación dura y fracasada con la historia. Una palabra dirigida a Elías para que pudiese escucharla, volver a entrar en sí mismo y encontrar así la fuerza de un camino esta vez fecundo, no ya solitario sino en profunda comunión con tantos otros amigos de Dios.
El mismo Papa Francisco nos ha evocado nuevamente este primado de la escucha para reencontrar el fuego de los orígenes: “Escuchar es la actitud fundamental del discípulo, de quien se pone en la escuela de Jesús y quiere responder a lo que Él nos pide en este tiempo difícil pero siempre hermoso, porque es el tiempo de Dios. Escuchar al Espíritu, para poder discernir lo que viene del Señor y lo que es contrario a él y, de este modo, responder, a partir del Evangelio, responder a los signos de los tiempos a través de los cuales el Señor de la historia nos habla y se revela. La escucha y el discernimiento, en vista del testimonio, de la misión llevada a cabo a través del anuncio del Evangelio, tanto con las palabras como, sobre todo, con la vida. En este momento, cuando la pandemia nos ha hecho enfrentarnos a todos con tantos interrogantes y ha visto derrumbarse tantas seguridades, estáis llamados, como hijos de santa Teresa, a cuidar vuestra fidelidad a los elementos perennes de vuestro carisma. Esta crisis, si tiene algo de bueno —y ciertamente lo tiene— es precisamente devolvernos a lo esencial, a no vivir distraídos por falsas seguridades. Este contexto también es favorable para que examinéis el estado de salud de vuestra Orden y alimentéis el fuego de vuestros orígenes.” 17.
23. El Capítulo ha sido como siempre un momento de escucha importante. Nos han hablado algunos religiosos de la Orden jóvenes, nos han hablado cuatro hermanos religiosos invitados a participar como oyentes a todos los trabajos capitulares, nos hemos escuchado entre nosotros en el aula y en los grupos de trabajo lingüísticos o geográficos… y hemos vuelto a escuchar siempre en trasfondo la antigua pregunta dirigida al profeta Elías: “¿Qué haces aquí, Elías?”, la pregunta sobre quién somos, qué hacemos, cómo comprendemos nuestro ser en el mundo testigos del Señor. El camino que tenemos por delante en el próximo sexenio puede partir de la acogida humilde de esta pregunta que, como para nuestro padre Elías, ha sido origen de un camino de vida fecundo.
24. Escuchamos a Teresa: “¡Oh Señor del mundo, verdadero Esposo mío! ...¿tan necesitado estáis, Señor mío y Bien mío, que queréis admitir una pobre compañía como la mía, y veo en vuestro semblante que os habéis consolado conmigo? Pues, ¿cómo, Señor, es posible que os dejan solo los ángeles, y que aun no os consuela vuestro Padre? Si es así, Señor, que todo lo queréis pasar por mí, ¿qué es esto que yo paso por Vos? ¿De qué me quejo? Que ya he vergüenza de que os he visto tal, que quiero pasar, Señor, todos los trabajos que me vinieren y tenerlos por gran bien por imitaros en algo. Juntos andemos, Señor; por donde fuereis, tengo de ir; por donde pasareis, tengo de pasar” (CV 26,6). Y con Teresa volvemos, pues, a caminar juntos en compañía de los que han recorrido este mismo camino y nos son modelos18, no nos espanten ni nuestras pobrezas ni la magnitud de los desafíos: ¡Juntos andemos, Señor! En la oscuridad, pero seguros (Noche oscura estrofa 2), agradecidos por la ‘dichosa ventura’ que nos ha sido dada como regalo.
Roma, 14 septiembre 2021
1https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2020/documents/papafrancesco_
20200327_omelia-epidemia.html
2 Tiempos recios, diría Teresa (V 33, 5).
3 Cfr. 2S 22, 5.
4 Cfr. V 16, 7
5 Cfr. CV 26, 6; V 22, 7; 27, 2; 29, 5; V 32,11.
6 Cfr. A. Borrell, Presentación de la Declaración sobre el carisma del Carmelo Teresiano, Roma 4 septiembre 2021,
p. 3.
7 Cfr. Evangelii Gaudium 231-233.
8 Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el Capítulo General de la Orden de Hermanos
Carmelitas Descalzos, Sala Clementina, Sábado, 11 septiembre 2021:
html
9 Cfr. V 21, 4.
10 Cfr. Relación del Padre General Saverio Cannistrà.
11 Se piensa en la importancia de la metáfora de la familia de Nazareth en Santa Teresa: cf. V 32, 11; 36, 6.
12 Cfr. Hch 2,34-46 y Hch 15,1-35.
13 Véanse las indicaciones de EG 235-236.
14 Cfr. el discurso de la audiencia del Santo Padre a la Curia Romana en ocasión de la presentación de los
saludos navideños 21.12.2019.
15 Cfr. San Juan de la Cruz, 2S 5, 5-7 y también 2N 21, 6-8.
16 Cfr. Vida fraterna en comunidad 11 §2.
17https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2021/september/documents/20210911-
carmelitani-scalzi.html
18 En estos próximos años el calendario está rico en celebraciones de aniversarios de la Orden: 2022 IV
centenario de la canonización de Teresa de Jesús, 2023 150 aniversario del nacimiento y 2025 I centenario
de la canonización de Teresa del Niño Jesús, 2026 III centenario de la canonización y I centenario de la
proclamación de san Juan de la Cruz como Doctor de la Iglesia.