El lector se encuentra con estas sorpresas. “Así que es menester gran discreción a los principios para que vaya todo con suavidad y se muestre el espíritu a obrar interiormente”. Admirable sensatez teresiana. “Como he dicho, tomar recreación para tornar a la oración...
La palabra discreción está llamada a ocupar un puesto de honor en el corazón. Discreción y prudencia van de la mano. Acertar, ser oportuno, comprender, sintonizar es un tesoro digno de la máxima solicitud y acogida en la vida cotidiana.
Estamos celebrando el quinto centenario del nacimiento de S. Teresa, escritora que dejó en sus libros una herencia de sabiduría perdurable. En ellos encuentra el lector el arte de vivir, que requiere un alto precio de atención para poderlo captar y disfrutar.
Teresa conoce de modo admirable el corazón de Dios y el corazón del hombre. Su lenguaje, de pasmosa originalidad, siempre tendrá vigencia. Originalidad que proviene de lo que cuenta, el acontecer de Dios en su cuerpo y en su alma. Dios, la novedad continua que su escritura aprisiona.
Teresa es una mujer curtida en el arte de experimentar a Dios, que se mantiene aconteciendo en ella, lugar donde encuentra acogida total y permanente. Inefabilidad divina que traduce con pasmosa habilidad al lenguaje cotidiano.
Teresa escribe en las noches, robándole tiempo al sueño, porque en el día los negocios la absorben por completo. Y lo hace con la velocidad de un notario, gente que escribe de continuo los decires de la gente.
En ellos, en sus libros, encontramos lo que todo ser humano está llamado a ser: criatura de amor en cuerpo y alma, imagen y semejanza de Dios.
Teresa cuenta con este haber tan simple como prodigioso: Instinto, sentido común, olfato, voz de la conciencia. Cada uno de estos dones sintetiza la sabiduría de la dama. En las noches no hace otra cosa que prestarles atención.
Es el traje con que Teresa mantiene vestido el corazón para describir los secretos de la intimidad de Dios y del hombre. La discreción es su atuendo singular, como si el diccionario contara con Teresa al describirla.
Discreción: sensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar. Don de expresarse con agudeza, ingenio y oportunidad. Reserva, prudencia, circunspección. Como si la discreción fuera propiedad de Teresa.
El lector se encuentra con estas sorpresas. “Así que es menester gran discreción a los principios para que vaya todo con suavidad y se muestre el espíritu a obrar interiormente”. Admirable sensatez teresiana. “Como he dicho, tomar recreación para tornar a la oración más fuertes. En todo es menester discreción”. “Así que en todo es menester experiencia y discreción. El Señor nos la dé por su bondad”.
La discreción. El atuendo teresiano por excelencia.
AUTOR: P. Hernando Uribe C., OCD
TOMADO DE: El Colombiano, 21 de agosto de 2015