Un mundo de supuestos

DiosS. Juan de la Cruz, que se abismó con tanto atrevimiento en Dios, hizo, con todo, esta afirmación: “Por grandes comunicaciones y presencias y altas y subidas noticias de Dios que un alma en esta vida tenga, no es aquello esencialmente Dios, ni tiene que ver con él ...

 


 

Supuesto es lo que se da por entendido, fruto de una costumbre, manera de ser o de pensar. El supuesto se refiere a modos de pensar o a comportamientos. Hago todo un discurso sobre cualquier dimensión de la realidad, como la cultura o la religión suponiendo qué es una o la otra. Y sobre este supuesto, afirmo o niego dimensiones de ellas. O le pido un favor a un amigo, a partir de un supuesto, o luego resulta que hace algo que tiene poco o nada que ver con mi petición por no clarificar los aspectos o detalles de lo que quería.

La religión es un caso trágico por los supuestos. Todo el mundo se siente competente para hablar de religión basado en un conocimiento pobre de la misma, con resultados de empobrecimiento lamentable. En realidad Dios, como respirar, no es una opción. Puedo respirar bien o mal, peor o mejor, pero sin respirar no puedo vivir. Es una ilusión creer que puedo vivir sin Dios. No hay nada más trágico pasar hambre por no tener dinero para comprar comida, por el sólo hecho de creer que no tengo dinero teniéndolo.

De Dios hacemos mil afirmaciones, en general equivocadas porque le aplicamos a Dios los criterios con que nos referimos a las demás cosas de la realidad. Dios propiamente no se parece a nadie ni  a nada. Si se pareciera no sería Dios, sería uno más de la lista. El ser humano cuenta con unas antenas misteriosas que le permiten cultivar su relación con Dios y cuanto más las cultiva tanto más descubre que Dios es lo insondable, lo inimaginable, y, sin embargo, tenemos el poder de vivir en comunión con él. Una relación de amor que tiene como consecuencia ganar en todos los ámbitos de la existencia.

S. Juan de la Cruz, que se abismó con tanto atrevimiento en Dios, hizo, con todo, esta afirmación: “Por grandes comunicaciones y presencias y altas y subidas noticias de Dios que un alma en esta vida tenga, no es aquello esencialmente Dios, ni tiene que ver con él, porque todavía, a la verdad, le está al alma escondido”. Lo cual no le impidió escribir páginas sublimes en poesía prosa sobre el “Amado”. Su actitud frente a la inefabilidad divina fue de solicitud sin límites.

Por otra parte, Voltaire afirma: “Para saber si hay un Dios, sólo te pido una cosa, que abras los ojos”. Saber abrir los ojos es un arte refinado...

 

AUTOR: P. Hernando Uribe Carvajal, OCD