Orar es muy fácil

orar-es-muy-facilUn día hizo esta revelación: “Mi Padre me lo ha entregado todo, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Lc 10, 22). La revelación del Padre determina todo...

 


 

Jesús es el modelo del orante. Una frase suya lo dice todo: “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10, 30). En esta afirmación está todo el secreto de la vida de Jesús. Ella contiene su identidad.

La unidad de Jesús con el Padre determina su existencia, expresión de una relación cultivada con esmero sin par.

Relación de inmediatez que no deja ningún intersticio entre los dos. Dos que son uno, uno que son dos. Amor y amistad perfectos.

La unidad es la expresión perfecta del amor, el lema de Jesús. Cada paso fue la expresión de ser uno con el Padre. Ante el reproche de su madre por quedarse en Jerusalén entre los doctores, respondió con naturalidad: “¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” (Lc 2, 49).

Un día hizo esta revelación: “Mi Padre me lo ha entregado todo, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Lc 10, 22). La revelación del Padre determina todo el comportamiento de Jesús, como cuando ora así al resucitar a Lázaro: “Padre, ya sabía yo que tú siempre me escuchas” (Jn 11, 42).

Cuando Jesús se llama a sí mismo hijo, no se está atribuyendo un poder, sino manifestando el carácter relativo de toda su existencia, un ‘ser de’ y un ‘ser para’, un ser que viene de Dios para los hombres. Y esa fue su vida: ser puente, pontífice máximo entre Dios y el hombre.

Jesús vino a mostrarnos lo que estamos llamados a ser: uno con el Padre. “Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros… para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos” (Jn 17, 21.26). Amor es unidad de dos.

Lo que Jesús hacía con su Padre, es lo que el ser humano está llamado a hacer con Jesús. Ser uno con Él. “No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho” (S. Teresa). Me ama y lo amo.

El corazón humano nace con el instinto de la unidad, y en cultivarlo consiste la oración. Orar es muy fácil, poner la mente al servicio del corazón. Quien rema en esta dirección, se encuentra de repente sumergido en el mar de la divinidad. Eso es orar, la oración.



AUTOR: P. Hernando Uribe Carvajal OCD

TOMADO DE: El Colombiano, 28 de septiembre de 2012