La santidad: Dios en mí y yo en Él

Santidad Dios en miUna luz suave, un cielo infinito, un gozo indecible, un canto en la lejanía, ¿no están acaso en mi más profunda intimidad, donde mora el Creador llenándome de Él, siendo mi santidad? S. Teresa sentía a Dios dentro de ella o ella toda engolfada en Él. Desconcierto total...

 


 

Todo hombre es santo. La fiesta de todos los santos nos pertenece a todos. Por incluirme a mí, la celebro con toda el alma, con desbordante alegría y admiración.

S. Teresita oraba así: "Quiero ser santa, pero siento mi impotencia, y por eso te pido, Dios mío, que seas tú mismo mi santidad". Para esta mujer, la santidad es, no una cosa, sino Dios mismo aconteciendo amorosamente en ella.

La santidad es fácil y difícil a la vez. Yo me transfiguro en lo que me intereso durante todo el día. Si cultivo con esmero mi relación de amor con Dios, él me vuelve santo, me hace divino.

Leo con atención a Pedro Páramo: "A centenares de metros, encima de todas las nubes, más, mucho más allá de todo, estás escondida tú, Susana. Escondida en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia, donde yo no puedo alcanzarte ni verte y adonde no llegan mis palabras".

Despliego las alas de mi fantasía en el espacio infinito, por encima de todas las nubes, donde se esconde Susana en la inmensidad de Dios. De repente me encuentro recorriendo el camino de la santidad en la intimidad de mi corazón.

Busco en Pedro Páramo palabras que me ayuden a expresar esta realidad, la inquietud que me devora. "Aún falta más. La visión de Dios. La luz suave de su cielo infinito. El gozo de los querubines y el canto de los serafines. La alegría de los ojos de Dios".

Una luz suave, un cielo infinito, un gozo indecible, un canto en la lejanía, ¿no están acaso en mi más profunda intimidad, donde mora el Creador llenándome de Él, siendo mi santidad? S. Teresa sentía a Dios dentro de ella o ella toda engolfada en Él. Desconcierto total.

De repente caigo en la cuenta de que Dios está en todo como Creador, dándole amorosamente la existencia. Mis buenas obras no me hacen santo, ni siquiera la eucaristía o la lectura de la biblia. Expresan mi santidad: Dios aconteciendo en mí yo aconteciendo en Él. Así de simple es la santidad.

Por mucho que lo niegue, siempre que hago el bien y evito el mal, estoy secundando el amor con que mi Creador me cerca, me rodea, me circunda llevándome en sus brazos divinos con ternura inefable.

La santidad. Dios en mí, yo en Él. La fiesta que celebramos el primero de noviembre con toda el alma. El colmo de la felicidad.

AUTOR:P. Hernando Uribe C., OCD
TOMADO DE:
El Colombiano, 31 de octubre de 2014